domingo, 21 de mayo de 2017

CRÍTICA | Z. LA CIUDAD PERDIDA, de James Gray



Perdido en la selva (sobre "lo clásico")
Z. LA CIUDAD PERDIDA, de James Gray
Festival de Berlín 2017: Sesión especial
EE. UU., 2016. Dirección: James Gray Guión: James Gray, a partir del libro de David Grann Fotografía: Darius Khondji Música: Christopher Spelman Reparto: Charlie Hunnam, Sienna Miller, Tom Holland, Robert Pattinson, Angus Macfadyen, Bobby Smalldridge, Edward Ashley, Tom Mulheron, Aleksandar Jovanovic, Siennah Buck, Stacy Shane, Bethan Coomber, Ian McDiarmid   Género: Aventuras. Drama. Biopic Duración: 140 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 05/05/2017
¿De qué va?: Reino Unido, principios del S. XX. Una sociedad académica ofrece a Percy Fawcett, un militar lastrado por la mala reputación de su padre, la posibilidad de liderar una expedición en Suramérica. Su misión parece sencilla: debe cartografiar una zona de la que no se guardan constancias gráficas. Esa será sólo una de las muchas expediciones que Fawcett encabezó, aunque con un objetivo más complejo: encontrar una ciudad indígena perdida en el Amazonas.


Tras el estreno de Z. La ciudad perdida, muchos críticos han insistido en calificar el cine de James Gray de "clásico". El adjetivo tiene su importancia, sobre todo teniendo en cuenta el desapego que el público que llena las salas manifiesta hacia los grandes títulos y autores del séptimo arte. La palabra, vaya, engrandece a Gray, pero también, ni que sea indirectamente, lo pone en tela de juicio, acusándolo de una anacronía difícil de sopesar. Ahí reside la grandeza del lenguaje: un mismo vocablo puede tener connotaciones la mar de diferentes. Todo ello me motiva una reflexión: ¿qué es en verdad "el cine clásico"? Y, en relación a ese concepto, ¿en qué medida puede o debe considerarse el cine de James Gray como tal? 


Hay una corriente crítica entorno al séptimo arte muy marcada por el pretérito. La cantinela de que el cine murió hace mucho tiempo sigue resonando en los oídos de muchos, y parece que no son pocos los que creen a pues juntillas esos cantos de sirenas. Discursos, evidentemente, que ponen sobre la mesa el inmovilismo de unos frente a la constante mutación del medio cinematográfico (tan evolucionado que, a lo mejor, llegará un punto en el que no se asemeje en nada al cine según las significaciones que se usaban en el S. XX). Y en paralelo, contamos con unas nuevas generaciones que, incapaces de reconocer su desconocimiento hacia los dispositivos de antaño (que podrían ir, grosso modo, del cine mudo al Dogma noventero), llenan sus muros y blogs con palabras "por defecto favorables", incluso "excelsas", respecto a producciones que quedan relativamente lejos en el tiempo. Dos formas de entender el cine que, en lugar de complementarse, colisionan para interés y agravio de ambas partes, sin ser conscientes de que por el camino el único perjudicado es el propio cine.


Las películas, una vez terminadas, restan inmutables. Nuestra mirada hacia ellas cambia con el paso de los años, siempre en función de la actualidad o pertinencia que cada título, según sus temas y formas, despierte en cada generación de espectadores. Y como resultado, el cánon artístico está en constante reescritura: de hecho, los cambios son tan inmediatos que, en el mismo momento que una publicación o institución propone su lista de "mejores películas", el "ranquing" puede considerarse desactualizado per se (lo mismo ocurre con las entradas y acepciones de un diccionario de nuevo cuño). A la postre, saber quién dicta ese cánon viene a ser lo menos importante. Ni los blogueros "aficionados" son (somos) tan irrelevantes ni las consideraciones de la crítica "oficial" son tan mayestáticas. El conflicto de todo lo dicho, en resumen, no es de naturaleza cinematográfica sino lingüística. ¿Que qué es, por lo tanto, el cine clásico? Poco más que una convención, un aforismo sin sentido, un cliché.


Pero volvamos a lo esencial. Z. La ciudad perdida es una película notable que recrea la historia de Percy Fawcett, un explorador que, tras una misión cartográfica en la selva boliviana, defendió la existencia de una civilización desconocida en mitad del Amazonas. Por el camino, James Gray apela a sus temas habituales (el protagonista, atribulado y contrario a las normas tanto sociales como familiares de su entorno, conecta con todos los antihéroes masculinos de su filmografía), a la vez que amplía su sentido del thriller con un formalismo propio del cine de aventuras. Todo en Z. La ciudad perdida remite al siglo pasado, incluso su defensa de costumbres poco habituales en el audiovisual contemporáneo como el tempo pausado (que no lento) y los diálogos embellecidos (que no preciosistas). Con todo, es un error considerar a Gray en su conjunto y a Z. La ciudad perdida en particular como "clásico". Su ortografía puede recordarnos al cine "de antaño", pero ello no implica que su semántica esté en una posición más o menos preeminente con respecto al resto de estrenos. 


El tiempo dirá qué lugar merece ocupar Z. La ciudad perdida en el cine contemporáneo, pero desde nuestra perspectiva sincrónica todo hace pensar que su influencia seguirá generando ríos de tinta en los próximos años. Así lo merece su última hora de metraje, lo más bello, sensible y bien rodado de todo lo exhibido en los últimos meses. Puede que el dibujo de su personaje principal resulte poco nítido, pero hay que respetar la austeridad de Gray y su tendencia a la "épica sin épica" o, si se quiere, a la "acción de ideas". Z. La ciudad perdida no es ni mejor ni peor que Fizcarraldo, La misión, Apocalypto, El nuevo mundo u otras ficciones de conquistas: es diferente. Y en la disparidad, se disfruta como una gran película, ajena a tiempos y palabrería académica. No vale la pena invertir energías en dirimir si Gray (o los Coen, o Thomas Anderson, o cualquier director de estilo y edad análoga) es "clásico", "moderno" o "posmoderno". Que los árboles no nos impidan ver el bosque (aquí, convertido en selva).


Para amantes del gran cine (sin etiquetas).
Lo mejor: Sus últimos minutos rozan la perfección.
Lo peor: Corre el riesgo de ser malinterpretada / incomprendida por crítica y público.


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EL PODCAST DE C&R: Especial ESTRENOS MAYO 2017

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