lunes, 6 de octubre de 2014

CRÍTICA | R100, de Hitoshi Matsumoto


Dominatrix S.L.
R10, de Hitoshi Matsumoto
Festival de Sitges 2014: Sección oficial a concurso
Japón, 2013. Dirección: Hitoshi Matsumoto Guion: Hitoshi Matsumoto, Mitsuyoshi Takasu, Tomoji Hasegawa y Kôji Ema Fotografía: Kazushige Tanaka Música: Hidekazu Sakamoto Reparto: Nao Ohmori, Mao Daichi, Matsuo Suzuki, Hairi Katagiri, Gin Maeda, Eriko Satô Género: Thriller absurdo Duración: 100 min. Tráiler: Link
¿De qué va?: Uno de los empleados más veteranos de un centro comercial esconde una doble vida. Su mujer está en coma, cuida de su hijo pequeño, guarda una excelente relación con sus padres y su suegro, en el trabajo es un hombre respetado... Pero su existencia es anodina y esconde un secreto: forma parte de un club sexual formado por distintas dominatrix. Las empleadas del club le infligen castigos sadomasoquistas en los momentos más inesperados de su día a día. Lo que en un principio supone un plus de emoción en una vida gris, poco a poco acabará convirtiéndose en una tortura que pondrá en jaque su estabilidad laboral, familiar y personal.


Sitges ama las experiencias extremas y R100 es uno de los platos más fuertes de su programación. Hitoshi Matsumoto, director que llamó muchísimo la atención hace unos años con Symbol, cuenta en su nueva propuesta una historia de deseos prohibidos y consecuencias no previstas. Una premisa muy seria que Matsumoto ejecuta con un humor malsano: si en un principio la irrupción de las dominatrix supone un añadido entre grave y patético a lo que parece un drama tristísimo, la película se quiebra a mitad de metraje y ofrece un recital de frikadas graciosísimas (la más notable, la escena de la dominatrix que castiga al hombre mediante escupitajos, sin olvidar el momento tarantiniano con todo el plantel de mujeres de cuero cual pelotón de samurais). La ironía de Matsumoto también se refleja en una subhistoria que recorre toda la película: en realidad todo el film forma parte de la imaginación de un cineasta centenario, y algunos personajes comentan la historia que vemos en pantalla como si se tratara de un coro teatral. Capas y más capas, en definitiva, de surrealismo, socarronería, thriller de acción, perversiones sexuales y paranoias de todo tipo que el público sitgense recibirá entre vítores. De vez en cuando pastiches como R100 sirven para desengrasar la maquinaria: resulte mejor o peor, de gusto más o menos refinado, el film se reinventa escena tras escena, cuesta adivinar qué sucederá al próximo fotograma... y ni que sea a base de excesos termina por tener su encanto. Los amantes del látigo y la sumisión ya tienen su particular obra de culto. Y si en ese terreno son más bien mojigatos, mejor abstenerse: R100 es una chifladura tan grande que puede resultar indigesta.


Para fetichistas cinéfilos.
Lo mejor: La presentación del club sexual en la escena del carrusel.
Lo peor: Es más loca que perversa.

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