lunes, 11 de marzo de 2013

Crítica de EL CALLEJÓN (BLIND ALLEY), de Antonio Trashorras

A Antonio Trashorras lo conocíamos por sus reseñas en calidad de crítico de cine. Ahora, con El callejón, se nos revela un auténtico admirador del cine de terror. Trashorras se ha puesto detrás de las cámaras para dar forma a un capricho personal, una variación más del esquema clásico del cine fantástico que empieza como un slasher en su versión más pura y acaba con un relato de amor y posesión vampírica de lo más alocada. El callejón, estrenada simultáneamente en salas e internet, es un juguete muy consciente de sus limitaciones. Por momentos tiene ese aire cutre pero apasionado de las películas que defendía la ya desaparecida Fantastic Factory de Filmax: no por casualidad la cinta, como sucediese con Arachnid, Faust: la venganza está en la sangre o Dagon, la secta del mar, va dirigida a un público minoritario, muy determinado, además de internacional. Trashorras da a Ana de Armas su primer personaje protagonista en la gran pantalla y la hace sufrir en el interior de una lavandería (otro elemento típicamente anglosajón) con muchos secretos en su interior. Lo mejor de El callejón está en su falta de pretensiones: es una serie B con descaro, a conciencia, y ni se esconde ni se avergüenza de lo rudimentario de sus efectos visuales ni de lo básico de su premisa argumental. Trashorras no ha querido trascender ni sumarse a la lista de grandes cineastas que él mismo cita en sus publicaciones: ha preferido dirigir ese guion que, imaginamos, llevaba años en su cabeza, y que una vez materializado discurre en paralelo a los tiempos, a las modas y a cualquier academicismo. Un film que cae irremediablemente simpático porque en él hay más amor que oficio, algo muy digno si de partida no se quiere ir más lejos. Eso sí: para disfrutarla hay que tener mano ancha, sentir cierto cariño hacia sus responsables y entender las directrices del cine que ante todo es un artefacto con más cinefilia que arte en su interior. La Lolita maltratada, con un estilo choni muy del gusto de Bigas Luna, metida en el peor lugar, en el peor momento y con la peor compañía. Un divertimento con poca enjundia 'que tiene su qué'.


Para militantes del cine que discurre por los márgenes.
Lo mejor: No engaña a nadie.
Lo peor: Es un pie de página muy pequeño en el cine de terror nacional, aunque Trashorras ya es consciente de ello.

Nota: 5

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