martes, 11 de octubre de 2011

Errores del pasado: Crítica de LA DEUDA

Que el pasado, al menos en el cine, casi siempre vuelve es algo que ya sabíamos desde hace muchísimo tiempo. John Madden, director de la oscarizada Shakespeare in love, ha estrenado hace pocas semanas La deuda, una película con la premisa de siempre y una imagen de thriller sólido con referencias históricas y un buen plantel de actores, que se ha traducido en unos buenos resultados de taquilla. Realmente La deuda es mucho más de lo que a simple vista parece: en sus mejores momentos, la película funciona como una solvente trama criminal en la que tres agentes del Mossad se proponen capturar al llamado 'cirujano de Birkenau', un doctor que colaboró con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y que en los años 60 trabaja como ginecólogo en la capital alemana. Los tres espías israelís centran la base de lo que en otro tiempo, concretamente en el año 1997, será una deuda tanto personal como histórica, cuando los agentes ya ronden los sesenta años y la hija de una de ellos se disponga a escribir un libro sobre lo sucedido. Con ese juego de planos narrativos, la película se propone combinar el cine de conspiraciones políticas con el drama, reflexionando sobre las pequeñas grandes mentiras que han quedado para la posteridad en los libros de historia. Madden recurre a sus tablas en la parte central de la película, dotando a La deuda de una atmósfera y tensión, un thriller muy comedido que va avanzando poco a poco y que se sitúa más cerca de títulos potentes como el Munich de Spielberg que cintas comerciales como las misiones imposibles de Tom Cruise. Resulta muy inteligente la crítica del 'héroe de guerra' que propone Madden, pero su recreación histórica funciona tan bien que la trama que concierne a los personajes de Helen Mirren y Tom Wilkinson queda totalmente descolgada. Eso a pesar de la energía que desprenden sus intérpretes en la gran pantalla. Madden no acierta al alargar la historia y llevarla al presente, que, si bien justifica la idea de la deuda del título, no se resuelve con la misma inventiva de su episodio berlinés: la última escena en el sanatorio no deja de ser un cierre muy efectista, innecesariamente explícito, si consideramos la economía de medios de la que hace gala Madden a lo largo de todo el metraje. En conjunto, La deuda es un entretenimiento bastante trabajado que no toma por tonto al espectador y que al salir de la sala ya imaginaba como futura 'película de la semana' televisiva. Sus acabados son claramente mejorables, y aún así puede que en breve la recordemos por ser una curiosa combinación de los mejores actores del momento (Mirren, Wilkinson) con algunos de los nombres más prometedores de Hollywood (Worthington, Chastain). Y ojo al malo malísimo de Jesper Christensen, un actor danés excelente que aquí pisa fuerte en su primera experiencia norteamericana. Motivos suficientes para pagar los seis euros de la entrada.


Nota: 6

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1 comentario:

Manel Chillón dijo...

La película no pasara a la historia, pero creo que es bastante correcto hasta llegar al final, que parece algo apresurado y con la tendencia de las producciones americanas de acabar las películas con el mayor estruendo posible.