jueves, 7 de mayo de 2015

CRÍTICA | LA OVEJA SHAUN: LA PELÍCULA y MINÚSCULOS: EL VALLE DE LAS HORMIGAS



LA OVEJA SHAUN: LA PELÍCULA, de Richard Starzak y Mark Burton. Reino Unido, 2015. Duración: 80 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 17/04/2015
MINÚSCULOS: EL VALLE DE LAS HORMIGAS PERDIDAS, de Thomas Szabo y Hélène Giraud. Francia, 2013. Duración: 80 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 08/05/2015


La llegada a los cines españoles de la cinta británica La oveja Shaun: La película y la francesa Minúsculos: El valle de las hormigas perdidas nos permite calibrar el estado de salud de ese 'otro cine de animación', de formas más artesanales que digitales, que convive con las apuestas animadas de los grandes estudios. En ambos casos, estamos ante adaptaciones de dos series televisivas de largo recorrido, y su factura visual marca ciertas distancias con la imagen tridimensional del S. XXI: la primera se decanta por la Stop Motion y la Claymotion, siguiendo la estela de títulos como ¡Piratas! o La maldición de Wallace y Gromit, mientras que la segunda mezcla el 3D con tomas realistas que permiten un acercamiento a la naturaleza y a toda su microfauna muy diferente al que nos proponía Bichos o Antz (Hollywood tiende a 'humanizar' o a 'antropomorfizar' a sus animales protagonistas, mientras que el film que nos ocupa respeta las formas y los comportamientos originales de todo su particular muestrario de criaturas). Otro interesante punto en común es la apuesta de ambas producciones por una historia muda heredera del cartoon: allí donde el cine contemporáneo tiende a narraciones más discursivas, los dos estrenos se revelan como grandes ejemplos de cómo la animación nunca ha olvidado su esencia, devolviendo a la imagen la primacía que siempre ha tenido desde los albores del séptimo arte. 


La oveja Shaun: La película sigue los avatares de los animales de una granja en la gran ciudad marcándose como coordenadas esenciales la sencillez, la elegancia y un humor blanco y familiar que, afortunadamente, no abandona su chispa y descaro durante sus 80 minutos de metraje. Minúsculos: El valle de las hormigas todavía es más radical en su concepción, hasta el punto que puede hablarse de un 'naturalismo animado' pocas veces explotado en la gran pantalla: el film galo devuelve a los espacios naturales su protagonismo y convierte a sus silentes protagonistas en criaturas reconocibles, definidas por sus zumbidos y sus gestas cotidianas (desde la obtención de comida en la inmensidad del bosque a la protección de una colmena amenazada por un grupo de hormigas). La primera apuesta por un espectáculo enraizado en el gag visual y la concatenación más o menos frenética de situaciones cómicas, mientras que la segunda quiere ser un ejercicio de 'pureza' narrativa, cual documental animado, con vistas a divertir y a instruir a su pequeña audiencia (al fin y al cabo, en sus fotogramas sobrevuelan temas universales de gran poder pedagógico como el sentido de lucha, unidad y respeto por la naturaleza).


En resumen, obras como La oveja Shaun: La película y Minúsculos: El valle de las hormigas demuestran que la animación artesanal todavía tiene mucho que decir en un contexto tan masificado y 'yankizado' como el actual; y a su vez, nos recuerda la importancia de ofrecer a nuestros pequeños la posibilidad de disfrutar en pantalla grande de historias con formas y texturas diferentes a las digitales, dato especialmente relevante si tenemos en cuenta que en esa generación nacida en plena revolución del 3D descansa el futuro tanto del cine como de la cinefilia. Al menos el visionado de estas dos películas ofrece un dato para la esperanza: la creatividad de los animadores independientes seguirá dando sus frutos y brindándonos en los próximos años propuestas tan frescas y originales como las que ahora tenemos en cartel.


Minúsculos: para los que creen que la naturaleza es el mayor espectáculo que existe.
Lo mejor: El verismo de su propuesta.
Lo peor: Tal vez decae el ritmo en su segundo tramo.

La oveja Shaun: para ir al cine con hijos y abuelos.
Lo mejor: Algunas fragmentos de su odisea urbana.
Lo peor: Un poco de gamberrismo no le hubiera sentado nada mal.


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