lunes, 17 de septiembre de 2012

Oscars 1994: Crítica de BALAS SOBRE BROADWAY, de Woody Allen

Fogueando Nueva York
BALAS SOBRE BROADWAY (Bullets Over Broadway), de Woody Allen (EE. UU., 1994)
¿De qué va?: David Shayne está cansado de que nadie quiera llevar a los escenarios su obra. Algo que cambia cuando un mafioso se dispone a financiar su librero. En el contrato solo hay una condición: que Nick Valenti, la novia del gángster, sea una de las actrices principales. Shayne no solo tiene que soportar las excentricidades de Valenti sino que se ve obligado a capear los comentarios de Cheek, su guardaespaldas, que sentado en la sala de butacas durante los ensayos propone nuevos giros de trama y cambios de guión. Para colmo Helen Sinclair, una vieja figura de la escena neoyorkina, se obsesiona con Shayne e intenta camelarlo para que le escriba una obra con ella de absoluta protagonista. La fecha del estreno se acerca y todo se complica: la pava Valenti se enamora de Warner Purcell, un actor que engorda con mucha facilidad; David apenas coincide con su mujer Ellen, a la que le es infiel con Helen; y Cheek, aunque parecía el menos cultivado del grupo, consigue transformar la mediocre opereta de David en una obra maestra.
Palmarés: 7 nominaciones a los Oscar incluyendo mejor director, vestuario, guión original y dirección artística. Oscar, Globo de oro, SAG e Independent Spirit Award a la mejor actriz secundaria para Dianne Wiest. Independent Spirit Award y nominación al Oscar y SAG al mejor actor secundario para Chazz Palminteri. Nominación al Bafta al mejor guión original. Seleccionada por la National Board of Review en la lista de las 10 mejores películas del año 1994.


Valoración: Balas sobre Broadway es una parodia ácida del mundo del artisteo. Lo que se mueve entre bambalinas, los egos de las grandes divas, los chanchullos de producción, los azarosos aciertos y desaciertos, las casualidades e influencias que acaban por confeccionar de forma decisiva las características de una obra. Una temática constante, recurrente y repetida en el cine de Allen, aunque en esta ocasión lo que antes era una referencia, entre crítica y festiva, a cierta intelectualidad urbana y sabionda, aquí es claramente el motor de la historia. Balas sobre Broadway, en definitiva, marca la diferencia. Por ser un Allen de época, situado en el Nueva York de los años 20 coincidiendo con las pequeñas mafias locales, la Ley Seca y el éxito de los primeros teatros en Broadway. Por ser en su momento el primer Allen director sin el Allen actor: John Cusack, autor hipocondriaco pero poco brillante, es el alter ego del genio. Y por ser una comedia menos alambicada (los chistes están igual de trabajados pero resultan más accesibles) y más coral (es muy difícil establecer quién es el protagonista o qué actor o actriz sobresale sobre los/las demás). No por casualidad, la película que Allen realizó tras estallar la polémica con su ex mujer y ex musa Mia Farrow. Balas sobre Broadway puede leerse como evasión o como misiva envenenada a ese mundo de odios y enchufes del que Allen forma parte. Quién sabe incluso si Balas sobre Broadway es una venganza velada del propio Allen hacia aquellos que a mitades de los 90 calificaban su cine como un revulsivo para la taquilla. A priori consiguió lo propuesto al volver a estar nominado a mejor realizador en los Oscar. Aún así, resulta difícil poner a Balas sobre Broadway en la lista de grandes entretenimientos allenianos. El más trabajado técnicamente obviamente sí. Pero no el más fresco, el más tronchante, el más agudo. Cuesta entrar en la historia. Allen propone un ejercicio de cine dentro del cine (estrictamente, teatro dentro del cine) pero se olvida de acercar al espectador los entresijos de esa obra. Allen pierde la ocasión de contar más y mejor, y se queda en el plano más obvio. Incluso el romance, el thriller y los giros de trama de la historia son menos impactantes y por ende efectivos que los de, por ejemplo, Misterioso asesinato en Manhattan (con la que, por cierto, comparte una escena calcada: el tiroteo detrás del escenario). Una lástima: Allen no lleva la sonrisa al espectáculo tronchante ni hunde el dedo en la llaga: se enamora de sus personajes y cree desacertadamente que la personalidad de sus actantes es suficiente para aguantar la función (el glotón Broadbent, la vanidosa Wiest, el serio Palminteri o la tontorrona Tilly). Balas sobre Broadway funciona aunque su final tenga cierto regusto a salida por la puerta de atrás. Pero esa es la magia del cine, y más todavía del cine de Allen: todo vuelve al orden establecido a pesar de los pesares y por muy difícil que parezca.


Nota: 6'5

La escena:

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