lunes, 11 de octubre de 2010

ANVIL: THE STORY OF ANVIL 8 / 10

Anvil, una banda canadiense de heavy metal, llegó a compartir escenario con personalidades como Bon Jovi. Las malas relaciones con sus diferentes mánagers y el auge de otros grupos, que ofrecían un estilo musical similar, relegaron a los componentes de Anvil al olvido, aunque muchos de sus fans siguieron adquiriendo los álbumes que la banda realizaba casi de incógnito. Ahora el trío de ese proyecto ya tienen cincuenta años. Los que en su día fueron estrellas musicales ahora tienen trabajos ordinarios y familias, obligaciones y lazos, pero también ese inquebrante sueño por ser (aún) grandes figuras de la industria musical. La supervivencia, la magia y la lucha de Anvil inspiraron este documental, aunque de partida podría pensarse que estamos ante la biografía de un grupo y un estilo musical minoritario. Lejos de estas expectativas, Anvil presenta tantos o más atractivos que una ficción normal, entendiendo por 'normal' el hecho de basarse en una premisa ficticia. Anvil precisamente aborda esa línea que separa la realidad de la invención: el empeño de los miembros de Anvil son el motor base del proyecto, pero también esas ganas por conseguir un éxito que, de tan deseado, acaba siendo la ficción que se inserta en una realidad triste. Representante de esa mezcla de logros conseguidos y por conseguir se sitúa el vocalista de la banda, cuya energía llega a los espectadores como una caricatura y una renovada descripción del superhéroe marginado, el luchador. Al final poco importa Anvil y su historia: se impone una narrativa viva capaz de diseccionar el american dream en todas sus gamas de claros y oscuros. Somos partícipes de una gira por Europa, en líneas generales bastante desastrosa; el trabajo de su nueva representante y la visita a varios sellos discográficos para seguir en la picota; la grabación del disco número trece y entrevistas al entorno de los cuatro músicos, sus esposas e hijos, también los cantantes profesionales que halagan al grupo a pesar de su desigual trayectoria. Logra, incluso, que públicos de todo tipo se reconcilien con el heavy metal, porque el documental también es una demostración de cómo la música puede unir a la gente (a los propios responsables de Anvil, que siguen batallando a pesar del tiempo y algunos rifirafes en la mochila; y a los fans, que llenan todos los antros en los que Anvil despliegan sus pequeños, improvisados pero energéticos conciertos). Anvil consiguió el éxito, esa es la conclusión de esta pequeña maravilla de 80 minutos; tal vez efímero, pero éxito al fin y al cabo. La película, su película, también es un éxito: es una de las experiencias cinematográficas más gratificantes del año.


La escena: Dos miembros del grupo discuten. Uno de ellos resuelve el enfado con un monólogo tiernísimo.

El momento: Anvil discutiendo con un empresario ruso que, tras contratarlos, no quiere pagarlos.

La actuación: El recordatorio de Anvil en los 80, actuando ante un estadio lleno de fans.

El palmarés: La película cuenta con el Independent Spirit Award al mejor documental, entre otros 15 premios. Estuvo incluso a punto de ser nominado en los famosos Oscar.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Este documental me hizo reflexionar hacerca de la vida un viaje realmente increible e inspirador. La musica dura para siempre!


Daniel