viernes, 7 de marzo de 2014

Crítica de INFIEL (TROLÖSA), de Liv Ullman

La pareja: creación y destrucción
INFIEL (TROLÖSA), de Liv Ullman (Suecia, 2000)
¿De qué va?: Un hombre mayor oye la voz de una mujer de aproximadamente cuarenta años. La mujer, o el fantasma de la mujer, le hace partícipe de una historia de infidelidad matrimonial. En ese relato, una actriz casada con un reputado director de orquestra planea una escapada a París para mantener relaciones sexuales con uno de los amigos de la pareja. La historia se complica, las tres partes del triángulo colisionan y desvelan sus cartas, y el conflicto es inevitable. Mientras, el hombre escucha atentamente a la mujer, toma notas y observa una playa vecina desde la ventana de su estudio.
Palmarés: Premio Guldbagge y Sant Jordi a la mejor actriz protagonista para Lena Endre. Presente en la sección oficial de Cannes 2000.
El dato: Trolösa fue una de las películas más aplaudidas del Festival de Cannes del año 2000. Pese a esto, ni la crítica ni el jurado la incluyó en el palmarés: la Palma de oro y el reconocimiento a la mejor actriz fueron a parar a la danesa Bailar en la oscuridad. Con todo, el cine sueco estuvo presente en la lista de premiados con Canciones del segundo piso. Junto a Encuentros privados, Infiel es uno de los últimos guiones que ultimó un ya anciano Ingmar Bergman y que adaptó la actriz Liv Ullman con el fin de emitirse en la televisión sueca. En los dos casos, el éxito fue tan grande que las películas se estrenaron comercialmente en cines en muchos países: de hecho, Encuentros privados, aunque con retraso, se estrenó ese mismo año 2000 en las salas españolas y logró la nominación al Goya al mejor film europeo. Infiel es según Bergman un relato autobiográfico: en los títulos de crédito, el personaje protagonista aparece acreditado con el nombre del genio sueco.


Reseña: En su ocaso, Bergman escribió Infiel, una disección del matrimonio, de la pasión, de los celos, del sexo y del deseo. Una película que no solo bebe del estilo de Bergman sino que parece una declaración de intenciones, una personal vuelta al pasado y una forma de expresar en imágenes las ideas de la mente anciana de un narrador que se nutre de sus propias historias (la mente, obviamente, del mismo Bergman, ayudada de la inteligente puesta en escena de Liv Ullman). Infiel es todo eso y mucho más: un relato de relatos, una historia vivida y contada, un ejercicio de estilo, un juego de perspectivas y voces, la contrucción de un cuento cuya pareja protagonista se va destruyendo poco a poco, un compendio de cuerpos que también son sombras y fantasmas... Un film, en definitiva, que requiere toda nuestra atención, que pone en alerta todos nuestros sentidos, que precisa de un espectador pausado que sepa valorar las miradas, los silencios y las bellas palabras de cada diálogo. Todo el esfuerzo recae en Lena Endre, que resuelve con veracidad e intensidad todas las escenas: sin duda, estamos ante uno de esos papeles que marcan toda una carrera. Infiel es un film parsimonioso en cuyo corazón habita la negrura más perversa: todo ello hace que la película nos suma en una especie de letargo, que disfrutemos de sus giros de guion, que sintamos sus momentos más dramáticos y que su belleza melancólica nos arrastre queramos o no a las puertas del mismísimo infierno. Algunos sentirán que cada minuto de metraje pesa como una losa y que su trama responde a las directrices del telefilm más burdo. Otros, entre los que nos encontramos, sabrán entender que la película es mucho más que una simple historia de infidelidad, muy concretamente una autocita que hace Bergman a su propia persona y a su agitada vida amorosa, y con ella un homenaje a la figura del artista y una lúcida exposición en imágenes de la convulsión creadora de alguien que ve cercano su fin. Y en este sentido, no hay duda que Infiel es junto a La eternidad y un día de Angelopoulos, en ambos casos monumentos delicados con un simbolismo paralelo y casi transversal, una de las obras de arte, con arte y sobre los mecanismos de la creación y la recepción artística más interesantes de los últimos años.


Para constructores, espías y estudiosos de historias.
Lo mejor: Lenda Endre, impecable.
Lo peor: Algún plano más dilatado de lo debido.

Nota: 8'5

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