jueves, 10 de mayo de 2012

Los 400 golpes a la islandesa: Crítica de NOI EL ALBINO (NÓI ALBÍNÓI, NOI THE ALBINO)

Noi vive en un pueblecito perdido de Islandia, por lo que su vida transcurre en el punto más aislado del globo terráqueo. No puede compartir nada con su abuela. Tampoco con su padre, un taxista alcohólico. Y mucho menos con un sistema educativo que no entiende. Se pasa casi la totalidad de su tiempo haciendo pellas, caminando solo entre el hielo, bebiendo cerveza, escuchando música en el sótano de su casa y mirando el mar. Un joven conflictivo que puede que sea superdotado o más normal de lo que parece. Una película que es un drama y en el fondo una comedia negrísima sobre la incomunicación. El actor Tómas Lemarquis, que de joven perdió todo su bello corporal a causa de una alopecia extrema y muy poco común, da vida a Nói el albino, papel creado a su medida por el que fue el primer y hasta ahora el único actor islandés que ha aspirado al EFA al mejor intérprete (con un solo antecedente femenino: Björk por Bailar en la oscuridad). Y seguramente una de las películas islandesas más conocidas al proyectarse en muchos festivales y haberse estrenado en medio mundo (aunque no en España, donde solo se pudo ver en el Festival de Gijón 2003). Es una historia pequeña de corta duración y seguramente poco alcance, pero por la que uno fácilmente siente cierta simpatía. Pocas veces tenemos ocasión de asistir a un paisaje islandés tan bello y tétrico, con su particular luz, nieve y niebla, paisaje emocional de las contradicciones de Nói. Ni que sea como rareza, hay que verla. Al menos tiene una de las escenas más macabras y divertidas que recuerde este blog: el baño de sangre en la cocina, ejemplo de la naturaleza tragicómica del film, metáfora de la disfuncionalidad que rodea a Nói y símbolo inteligente del giro dramático que cierra la película. Pónganse la bufanfa y el anorak y disfruten de esa versión islandesa de Los 400 golpes.


Nota: 6

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