sábado, 24 de noviembre de 2012

Panfleto electoralista: Crítica de FÈNIX 11·23

Por primera vez este blog ha estado a punto de no realizar una reseña. Porque siento que con Fènix 11·23 es imposible separar la cuestión cinematográfica de la política. Vivimos en un momento sumamente convulso, a la escritura de este post a pocas horas de las elecciones catalanas, y el estreno de Fènix 11·23 es tanto una declaración de intenciones por parte de ciertos sectores independentistas como una película oportunista que corre el riesgo de ser utilizada como bandera de una causa mayor, al menos diferente a la ya de por sí complicada tarea de rodar y estrenar un film. Ya puestos a escribir, lo coherente, o lo que a este bloguero le sale del corazón, es hacer una crítica desgranando punto por punto las sandeces de Fènix 11·23, una película que no solo me ha disgustado sino que directamente me ha enfadado por su capacidad manipuladora. Pero intentaremos ser serios y ceñirnos, aunque Joel Joan y Sergi Lara no lo hagan y estén contentos de ello, a lo cinematográfico según los parámetros que este espacio cree que deben usarse a la hora de hablar de una película.


Tal vez lo más cabal sería empezar contándoles la historia real que está detrás del film. En 2004 un niño fue detenido tras escribir un mail a un supermercado bajo el nombre del 'Ejército del Fénix', la webmaster que el pequeño había creado inspirándose en la Orden del Fénix de los libros del mago Harry Potter, simplemente porque pedía que la empresa etiquetase sus productos en catalán. La anécdota se convirtió en un asunto de estado y llegó a la Audiencia Nacional de Madrid, aunque finalmente, tras movilizar miles de firmas a favor del niño y conseguir el apoyo de distintas agrupaciones políticas, la cadena retiró la denuncia y el proceso judicial por terrorismo informático quedó congelado. Ahora ese caso es el centro de la acción de Fènix 11·23, film que dirigen dos militantes confesos de ERC y en el que han dejado patente su ideología. Lo siguiente, para no irnos por los márgenes, sería argumentar que la cinta, pese a llevar la estelada hasta en la propia tira del celuloide, es una mala película, y no precisamente porque ensalce un partido que quien escribe nunca defenderá sino porque dista de ser un cine social complejo y sobre todo sutil. Joan y Lara, criados en la escuela televisiva de TV3, han rodado su criatura como si fuese un telefilm de altos vuelos. Son unos narradores pésimos: en lugar de llevarnos al corazón de la injusticia que sufre el pequeño protagonista cargan las tintas del relato y se dejan absorbir por la dinámica de la exageración, de lo grotesco. Con tanto subrayado, planos enfáticos y escenas absolutamente risibles Fènix 11·23 acaba resultanto totalmente inane en lo artístico y en lo ideológico: el independentista con cabeza sumará mil y un despropósitos que le distanciarán del film, y el españolista rancio tendrá un nuevo centro en el que tirar todos sus irracionales dardos. 


En definitiva: Fènix 11·23 no es mala por militar en el bando 'x' sino porque cae en la caricatura, por tener unos personajes totalmente absurdos, por ser palabrería sin técnica ni oficio. Uno se pregunta por qué Joan y Lara han hecho esta película: querían dar a conocer una historia que, creo, merecía ser contada, pero el engendro acaba siendo un trozo de chatarra más que aviva la llama de la guerra España-Cataluña (o viceversa). Tanto da que los detalles más increíbles de la historia sean verdad porque no resultan verosímiles dentro de los resortes cinematográficos: el tema tiene tales proporciones que cumple el tópico y supera a la ficción. Y un film que invita a la violencia, que polariza todavía más los frentes de batalla y que dispone las fichas para que todo case según las mentes fanáticas de uno y otro lado se merece - sean cuales sean, repetimos, sus filiaciones - el rechazo de este blog. No el odio, porque ello implicaría darle la razón al equipo de la película. Lo único esclarecedor de todo esto, y lo que sigue es un epílogo totalmente personal, es que hay muchísima mirada reduccionista, porque me parece igual de surrealista filmar Madrid con una bandera española ondeando al viento que retratar la zona costera cercana a Barcelona como un lugar hostil con más pintadas independentistas que habitantes. Tal vez un espectador totalmente ajeno al conflicto del film se sentirá conmovido por la causa, pero quien tenga mínima información y criterio debería desechar gran parte del descarado envoltorio propagandístico de Fènix 11·23. No será esta web quien boicotee una película, mucho menos la que incentive la no asistencia a las salas. Visiónenla, pero con el detector de mentiras encendido.


Para ciudadanos que buscan un eslogan y no verdaderos argumentos
Lo mejor: Àlex Casanovas, aunque su personaje y la transformación que sufre sea penoso.
Lo peor: Que no sea ni quiera ser solamente una película.

Nota: 3'5

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo he visto la pelicula hace poco,porque en la escuela y concretamente en clase de catalan han hecho hacer un trabajo sobre ello .. Mi opinión despues de verla es que es falsa y manipuladora al 100% .. Expresa totalmente lo contrario a la realidad del nacionalismo catalan .. Pretenden imponerlo a la fuerza y con mentiras .. Se de varios casos en los que se han roto amistades de toda la vida y/o han sido atacados simplemente por no compartir la misma ideologia .. Espero que esta pelicula no haya tenido ningun exito,ni demasiadas ganancias .. Porque no vale ni para usarla como papel higienico.