miércoles, 11 de abril de 2012

Tras la estela de Larsson: Crítica de AURORA BOREAL (SOLSTORM)

Stieg Larsson ha relanzado a todos los autores más importantes de la novela negra nórdica. Aurora Boreal fue el primer éxito editorial tras la estela del fallecido Larsson, y pronto la cartelera española rescató la película inspirada en el best seller. Siempre que hablamos de la adaptación para el cine de un libro de éxito hay miles de voces disidentes que ya en el mismo rodaje empiezan a hablar de maniobras meramente comerciales, un intento por seguir acariciando la gallina de los huevos de oro. No siempre ocurre, pero esta Aurora Boreal no es una excepción. Desde el minuto se intuye esa estética de telefilm barato, rodado con pocos recursos y estrenado bajo el auspicio de la novela. Se cumplen las sospechas: sin haber leido el libro de partida, se nota que el guión ha querido condensar mucho en muy poco, que la historia que en el papel podía resultar trepidante termina aquí en una anodina sucesión de imágenes. La trama gira entorno al asesinato de un joven líder religioso sobre el que nadie parece hablar, ni mucho menos ayudar a quienes pretenden resolver el misterio de esa trágica muerte. Los personajes se mueven de un sitio a otro sin que sus motivaciones resulten claras, sin una descripción más compleja de sus actos, sin definir su posición como piezas dentro del tablero del misterio. A Aurora Boreal sólo le interesa la acción, ser un pasatiempo ligeramente tenebroso. Y es una lástima, porque en el corazón de Aurora Boreal había la descripción de una comunidad movida por la fe y la falsa moral, una historia de malvades y manipulaciones, de hipocresías y falsos líderes que perfectamente hubieran podido llegar a entusiasmar al mismísimo Stieg Larsson. Veredicto: el film encaja más en el prototipo de películas que emitiría Antena 3 un sábado por la tarde que en un tipo de cine adulto, más macabro, también más interesante. Una buena historia contada de forma torpe y protagonizada por un personaje que resulta insoportable y tontorrón. Totalmente prescindible.


Nota: 5

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