martes, 18 de diciembre de 2012

Crisis económica, día 1: Crítica de GOD BLESS ICELAND, de Helgi Felixson

Un país en números rojos
GOD BLESS ICELAND (Guð blessi Ísland, Dios bendiga Islandia), de Helgi Felixson (Islandia, 2009)
En octubre de 2008 el principal banco islandés se quedó sin dinero. De la noche a la mañana. Y con él, toda una población, algo más de trescientos mil ciudadanos islandeses, quedó condenada a las deudas y al paro. En ese momento comenzó la crisis económica actual, al menos ese fue el primer síntoma de que el piloto rojo llevaba encendido demasiado tiempo como para parar la maquinaria y dar marcha atrás. El aviso venía de Islandia, un país que todo el mundo creía perfecto. Eso hasta que determinados banqueros dejaron todo el dinero de los suyos en manos de bancos, empresas y personas extranjeras sin liquidez ni decencia. Dios bendiga Islandia explica los procesos de rabia, ira, revolución, movilización, incertidumbre y miedo por los que pasaron los islandeses desde ese fatídico día hasta que la presión popular obligó a convocar nuevas elecciones y encarcelar a algunos ladrones de traje, corbata y maletín. El documental se sitúa a pie de calle, le preocupa aquello que preocupa a la ciudadanía, y nos hace partícipes de las vidas de muchos islandeses durante el principio del fin. Porque Islandia nació como nación en 1944 al independizarse de Dinamarca, y en parte murió ese 2008. El film no es ni crítico ni completo sino un canto a la solidaridad ciudadana. Lo más interesante de la película está en observar cómo los islandeses, por lo general gente culta y razonable, destruyeron por primera vez la frontera de lo legal y lo ilegal para defender lo que les pertenecía y por lo que nunca creyeron que deberían luchar. En este sentido, ver escenas como un policía hablando con calma con un manifestante o un periodista ofreciendo unas orejeras a un policía para combatir el frío dan fe de hasta qué punto el pueblo islandés es fiel a sus principios, llámense humanos, cívicos, etc. Otros momentos como los de un empresario hablando sobre el relativo poder del dinero ('solo son números en un ordenador, y con el tiempo estos dejan de ser dinero para convertirse en meras cifras') están más cercanos a una especie de Inside Job centrado en el caso islandés. La actualidad del tema y las mil y una conexiones con el caso español son notables y no serán pocos los que quieran ver en Dios bendiga Islandia un reverso de todo aquello que el movimiento indignado no fue. La película, si me lo permiten, incluso sirve para desmantelar los falsos nacionalismos de himnos y banderas tan de moda hoy en día. También, por qué no, como una crítica a la desunión que siempre ha existido entre nuestros políticos a la hora de decidir cuestiones que nos atañen a todos. La cuestión es que el documental es un homenaje a un pueblo, no en el sentido patriótico del término sino de comunidad. Porque en Islandia todos son vecinos, y su preocupación por preservar la naturaleza y el amor que sienten por su lengua van más allá de lo que en otros lugares de Europa somos capaces de entender. El documental se rodó en 2009 y termina con la resolución de las elecciones, algo que da al trabajo un final abierto. Pero han pasado tres años y ahora sabemos que Islandia es uno de los pocos países que cerrará el 2012 con unos números rojos ya saldados e incluso con beneficios. Para entender el porqué de esto hay que ver Dios bendiga Islandia. Y aprender de ellos.



Para cualquier persona que viva aquí y ahora
Lo mejor: Comprobar que los islandeses son pacíficos hasta en la guerra.
Lo peor: Se echa en falta documentación de archivo complementaria.

Nota: 6

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