lunes, 15 de junio de 2009

PARÍS, PARÍS (FAUBOURG 36) 7'5 / 10

El cine y la cinefilia de Cristophe Barratier nacen de una eterna melancolía y una increíble inventiva y eficacia por aunar tramas y estéticas añejas pero no anacrónicas, bellas en su desfase y adorables pese a su edulcorada estructura. El embrujo se materializó con Los chicos del coro y ahora sigue con París, París, confirmación de que Barratier ama la música y el celuloide, sin llegar a crear un musical en el sentido estricto del término. París, París es un título que apela a los buenos sentimientos, una película familiar que ni entusiasma ni disgusta, un pastel nada desdeñable con risas, lágrimas y música, a medio camino entre la chanson française y el cabaret más hortera. De París, París podría leerse que cualquier época pasada fue mejor: todo remite al tiempo del recuerdo (sin ir más lejos, el film es un largo flash-back del protagonista), todo parece de ensueño en el ambiente parisino de entre guerras, todo parece forzado, pero al final resuelto con estilo y encanto. Ante tal derroche de simpatía, es imposible denostar la ingenuidad, la sarta de casualidades imposibles y descabelladas tramas, las características de unos personajes tan básicos y de una historia previsible; Barratier nos engaña y nosotros, sentados en el auditorio del Chansonia, aplaudimos encantados.



No hay duda de que París, París es la versión francesa de Moulin Rouge: ahí está esa calle dickensiana, ese acordión de ensueño y la idealización (aquí elegante, en Moulin Rouge popera y chillona) de los artistas callejeros, pese a sus torpezas y miserias. Citar el título de Luhrmann no es gratuíto porque ambos films se asientan sobre la figura del bueno y del malo, la dualidad de las bambalinas y el cruel mundo real, la ficción que entraña el espectáculo musicocómico (lástima que no se hayan subtitulado las canciones)y la realidad que atañe a un invierno frío y a una situación política radicalizada, en proceso de ebullición. La descripción del contexto histórico, aunque sean escasas piceladas, engrandece el film y lo completa, ya sea como mero entretenimiento o como serio ejercicio de diálogo y memoria histórica. La dualidad, el pretérito y el presente, se unen en este espectáculo que va de menos a más y que está diseñado, entre tramposo y noble, para llegar al corazón del espectador. Esperamos la segunda entrega: a base de imitar un cine ya inexistente, Barratier está diseñando una marca propia, una filmografía personal e interesante. Futuro éxito de televisión y videoclubes: tiempo al tiempo...

4 comentarios:

Mark Rubio dijo...

Las ganas q le tengo yo a esta pelicula!

Y ahora q he acabado los examenes... ¡a ponerme al dia! jajaja

Un saludo, buena critica!
;)

Dialoguista dijo...

Los chicos del coro me gustó!!
Veremos si esta tambien, por lo que contas, seguro!!
Saludos!!

Kasker dijo...

¡Y fijate q yo la tengo desde hace un tiempo en casa cogiendo polvo sin decidirme a verla!. Al final voy a terminar por darle una oportunidad y todo!. Lo cierto es q ese tufillo ñoño estilo "Los chicos del coro" me tiraba un poco para atrás.

Gracias por la información. Un saludo.

Dialoguista dijo...

Vengo a decirte que vi esta peli y quedé encantada. Toda via sigo encantada, ja. Es cierto lo que apuntas sobre la trama, mucha casualidad forzada y algo previsible. Pero no deja de ser una peli maravillosa, artíticamente hablando, un deleite.
Saludos!!!