martes, 23 de abril de 2013

Crítica de LA MIRADA DE ULISES, de Theo Angelopoulos (Grecia, 1995)

El cine como mirada encapsulada
LA MIRADA DE ULISES (To Vlemma tou Odyssea, Ulysses' Gaze), de Theo Angelopoulos (Grecia, Francia, Italia; 1995)
¿De qué va?: Un cineasta del que nunca sabemos su nombre vuelve a su Grecia natal coincidiendo con el peor momento de la Guerra de los Balcanes. Escondiéndose de las autoridades locales, su misión es encontrar tres bobinas de una película nunca revelada que data del año 1905. Empeñado en encontrar esa mirada enterrada noventa años por el tiempo, el protagonista iniciará un viaje acompañado de varios personajes que le llevará a visitar Albania, Macedonia, Rumanía y finalmente las capitales de Serbia y Bosnia Herzegovina, el epicentro del conflicto bélico. Mediante taxi, tren y barcos, pasando fronteras y controles de todo tipo, y asistiendo al mapa desolador de pobreza y paisajes invernales que ha dejado la guerra, el artista asistirá entre la realidad y la ensoñación a su pasado y presente, hablando con las amantes que tuvo, o que nunca tuvo, o que pudo tener, y asistiendo a una vida que es la suya, que nunca fue la suya, o que pudo haber sido la suya. Una mirada anónima en una odisea en forma de road movie helada motivada por encontrar otra mirada, la del pasado. ¿A quién podría interesarle el cine en tiempos de contienda? O bien pensado, ¿no es en los peores momentos cuendo necesitamos más del cine? ¿No será en el pasado donde podemos encontrar las razones del presente?
Palmarés: Gran Premio del Jurado y Premio FIPRESCI de la crítica en el Festival de Cannes 1995. Premio FIPRESCI en los European Film Awards 1995 y nominación a mejor película europea del año. Turia, Sant Jordi, Premio del sindicato de críticos de Francia y Cóndor de Plata argentino a la mejor película extranjera del 1995. Nastri d'Argento al mejor director extranjero. Nominada al Goya a la mejor película europea del año 1997: en España se estrenó con un año de retraso respecto su première en Cannes el 21 de agosto de 1996.


La anécdota: Angelopoulos, que el año 1998 ganó la Palma de oro con La eternidad y un día, se mostró profundamente decepcionado cuando La mirada de Ulises 'solamente' ganó el gran premio del jurado. Andy Garcia, miembro del jurado encargado de presentar a Angelopoulos, se quedó de piedra cuando el griego dejó un incendiario y escueto discurso de 'agradecimiento': 'si esto es todo lo que tenéis que darme, yo no tengo nada más que decirles'. Ese año 1995 la ganadora fue la yugoslava Underground de Emir Kusturika.
Valoración: La mirada de Ulises es un reto para el cinéfilo, por las dimensiones de la odisea (casi tres horas de cine contemplativo) y por la dureza de su temática (no hay giros de trama, incluso podría decirse que no hay trama). Angelopoulos nos lleva de viaje hacia la desolación absoluta y encadena con una belleza mortuoria cielos decembrinos y escenas a medio camino entre el onirismo surrealista y la dulzura del recuerdo. La mirada de Ulises es una película sobre la historia (la búsqueda) de una película. El espectador se deja arrastrar por sus dilatados planos estáticos, sigue al personaje en constante caminata y asiste perplejo a un relato que aun yendo en línea recta está lleno de fugas. Un film difícil que pone a prueba a la audiencia y que de alguna manera no cuenta con ella, no la hace cómplice ni copiloto del trayecto, no consigue emocionar ni conmover. Angelopoulos viaja él y su equipo y me temo que La mirada de Ulises, pese a sus hipnóticos planos, es más un diario personal (sin la sátira del cuaderno filmado de Moretti) que una obra con vocación de contar 'algo' a 'alguien'. Por ello, tres horas de absoluto regodeo y 'ombliguismo' me parecen un pretexto cinematográfico de lo más chulesco y altivo, y La mirada de Ulises forma parte de ese cine ampuloso que es grande pero que por desgracia también es consciente de su grandeza. Y de la autocontemplación a la vanidad hay solo un paso. Todo esto me distancia de 'la mirada', aun a sabiendas de que el film es una epopeya emocional dirigida con delicadeza y exquisitez máxima. La aguanto atento durante las primeras dos horas pero al final desconecto: creo entender lo que Angelopoulos me quiere transmitir y seguramente con menos metraje hubiese logrado su objetivo. La obra de un maestro tan fascinante como cuestionable.


Nota: 6
La escena:

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