miércoles, 29 de junio de 2011

Dany Boon mola: Críticas de NADA QUE DECLARAR y MI MEJOR AMIGO

NADA QUE DECLARAR (RIEN À DÉCLARER), de Dany Boon (Francia, 2010)
Dany Boon ha encontrado un filón cinematográfico en la mezcla de culturas y lenguas, describiendo las tensiones entre pueblos y filmando en clave de comedia costumbrista todos esos clichés que pueblan nuestra lengua habitual y el imaginario colectivo de toda una sociedad. Por eso no cuesta conectar con esa lucha de intereses entre dos agentes de aduanas, uno francés y otro belga, éste último dedicado a sembrar el odio hacia los 'gabachos invasores': podríamos ver en las viñetas que conforman Nada que declarar a dos policías españoles, uno madrileño y otro catalán, despotricando uno del otro, riéndose de sus acentos y al final percatándose que entre ambos median pocas diferencias y unen muchas similitudes. El tono paternalista y facilón se intuye desde el primer minuto, y más teniendo a Bienvenidos al norte como antecedente muy cercano en el tiempo. En esa ocasión actuó el 'factor novedad' y el tono blanco de la historia estaba al servicio de una agradabilísima historia de amor. Nada que declarar, continuación temática de aquella, pierde frescura por el camino, y de paso nos brinda ese guardia belga tan pesado, tan irritante, tan histriónico, tan caricaturesco, tan desbordado por los excesos de un guión preocupado en subrayar las diferentes nacionalidades de unos y otros. Hay que admitir lo que muchos ya escribieron a propósito de Bienvenidos al norte: los éxitos del cine francés, capaces de aunar popularidad y buenas reseñas, distan de nuestras 'torrentadas' bobaliconas, herederas del cine de barrio de antaño. Y a eso, añadir otra verdad: sin llegar a ser una copia de la copia como Bienvenidos al sur, Nada que declarar es una repetición innecesaria e insuficiente de esas fronteras sociales, morales y geográficas que ya conocíamos. Ojalá el bueno de Boon se dé cuenta de que su brillante idea ha tocado techo; o mejor dicho, que ha cruzado esa línea fronteriza que separa el buen cine familiar del engañabobos rompetaquillas. Boon ya se ha negado a realizar el remake norteamericano de la historia: señal de que Boon sigue siendo un genio.


Nota: 5


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MI MEJOR AMIGO (MON MEILLEUR AMI), de Patrice Leconte (Francia, 2006)
Una comedia sobre la amistad. ¡Acaso hay algo más complejo que la amistad! ¡Acaso la comedia no es el género más difícil de acometer! Constantemente oímos la historia de dos amigos íntimos que de la noche a la mañana se separan y se enemistan para siempre. Amantes que de pronto se separan y no quieren saber nada del otro. Personas hablando con otras por la calle con su teléfono móvil. ¿Pero qué es la amistad verdadera? ¿No habremos devaluado el verdadero significado de esa palabra porque en el fondo nos cuesta establecer lazos profundos con los demás y tenemos auténtico terror a la soledad? El marchante que interpreta Daniel Auteil en Mi mejor amigo tiene diez días para encontrar esa alma gemela que pocos tienen y que la sociedad nos obliga a conservar a toda costa. ¿Pero cómo hacer que un señor tan materialista, enamorado de su trabajo y de sí mismo, capaz de mimar un jarrón de diseño pero incapaz de compartir sus sentimientos con la mujer con la que se acuesta, entienda el verdadero valor de la amistad? Quien tiene un amigo tiene un tesoro y Dany Boon, un taxista solitario, será la solución para que el protagonista gane una apuesta y de paso reciba una lección de vital importancia. Eso es Mi mejor amigo, una comedia aparentemente intrascendente que esconde una historia contada con elegancia que nunca sucumbe a la exageración, al gag, al chiste zafio. Puede que no rían demasiado, pero seguro que después de verla pensarán un poco sobre el concepto de la amistad. Ahí está Leconte, uno de los grandes, para demostrar que las cosas más serias pueden y deben enfocarse desde el humor. Una película reveladora.


Nota: 7

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