sábado, 25 de agosto de 2012

Viajes: Crítica de KATMANDÚ, UN ESPEJO EN EL CIELO, de Icíar Bollaín

Muchas veces la crítica cinematográfica tiende a valorar una película como parte de un todo que es la filmografía de un autor. Katmandú: un espejo en el cielo reivindica desde el minuto uno su libertad y su independencia con respecto los trabajos anteriores de Icíar Bollaín, pero de alguna manera es imposible entenderla sin tener en cuenta la base humanista de todo su cine y el recorrido de viajes tanto paisajísticos como emocionales que inauguró También la lluvia. Las obras de Bollaín son imágenes de una mujer fuerte y moderna, parte activa del mundo que le rodea, en búsqueda de su identidad y espacio vital (lo que sucedía en Te doy mis ojos) o bien en constante pelea por alcanzar un reto marcado (donde incluiríamos Katmandú). La pericia de Bollaín por hacernos partícipes de las dudas y las frustraciones de Laia, una maestra española en el Nepal, es incuestionable. Pero hay detalles que no son propios de una artista más o menos consagrada que ya puede considerarse buque insignia de nuestra cinematografía. En este blog ya causó cierta suspicacia el cierre hollywoodiense de También la lluvia, que al final desvelaba parte de la manipulación implícita de todo el relato. En Katmandú: un espejo en el cielo hay una gran tara que impide que la historia discurra en armonía. Y justamente es un problema que plantea el marido de la protagonista a Laia: '¿por qué haces esto?'. Nunca se nos dice por qué una joven barcelonesa decide irse hasta tierras recónditas. Puede que esa no sea la historia que interesa a Bollaín (si acaso, la esencia del film es hallar el 'espejo en el cielo' del título, 'habitación propia' en términos woolfianos), pero para quien escribe eso resta sentido, entidad y fuerza a lo realizado por el personaje. Una prueba de ello es el inserto de varios fashbacks al inicio del film que en lugar de poner en contexto al personaje lo desdibujan todavía más. Katmandú, un espejo en el cielo no es el diario filmado de un viaje cualquiera (no es un capítulo de Españoles en el mundo) y funciona como crónica de un drama personal (el de Laia) y otro colectivo (la pobreza del país en el que se encuentra, muy bien representado en el personaje de la maestra Sharmila). Aún así, hay algo en el planteamiento de la historia que no me creo, y es una pena ver a la enorme Verónica Echegui dejándose la piel cuando la película no juega a su favor. Tampoco me convence la fascinación por todas las tradiciones, vestimenta y comida exótica (dato compartido por casi todos los cineastas que ruedan en lugares desconocidos), aunque hay que reconocer que cierto público urbano adulto, precisamente el perfil de espectador que busca la película, desea ver en pantalla grande todas aquellas realidades de las que no puede participar en su día a día. Hay muchos viajes en Katmandú, un espejo en el cielo y no todos convencen. Tiene lo mejor y lo peor del cine de Bollaín. Con la diferencia de que si También la lluvia, aunque imperfecta, resultaba sólida desde la ficción, a ratos Katmandú, un espejo en el cielo pide a gritos ser un documental o una teleserie. No me deja indiferente aunque no me convence al completo.


Nota: 6

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