lunes, 9 de enero de 2012

El pequeño monstruo de mamá: Crítica de TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN (WE NEED TO TALK ABOUT KEVIN)

¿Un pequeño travieso? No: un cabroncete precoz. Es un tópico felicitar a las mujeres embarazadas por el hijo que esperan. Un atrevimiento después de ver a Macaulay Culkin en El buen hijo, la niña perversa de La huérfana o toda la tradición de hijos locos, asesinos y raritos que nos ha brindado la historia del cine. A esa lista de pequeños psicópatas hay que sumar a Kevin, la máxima felicidad y el principal motivo de la desgracia de su madre. La principiante Lynne Ramsay lleva la premisa del hijo desviado a otro nivel. Hay terror, violencia doméstica y thriller tensísimo. Pero lo más interesante de We need to talk about Kevin es su atmósfera oscura, truculenta, de una poética fría. Ramsay sitúa al espectador en una incertidumbre constante: sabemos que algo ha sucedido con la Eva que interpreta Tilda Swinton, intuimos que algo resquebrajó el orden de una familia más o menos pudiente, y Ramsay alarga la sorpresa, arrastra el misterio y nos lleva hasta un final desasosegante que bien podría ser un viaje a la definitiva caida de Eva por su simbólico acantilado emocional. We need to talk about Kevin es un ejercicio de estilo interesante que consigue retratar una normalidad anormal, o una rutina extraordinaria, o una infancia nada inocente. Ofrece un estimulante juego del niño con presuntas buenas intenciones y posibles principios de psicopatía. Y atención al detalle del cuento que Swinton lee a su pequeño antes de irse a dormir... Allá donde otros resolverían la trama con gritos, escenas teatrales y catarsis, Ramsay experimenta con la narración fragmentada y consigue que las manchas, la pintura y la comida que constantemente quita y friega la protagonista sea una representación de su estado de desesperación, impotencia y apatía. A Ramsay no le interesa tanto la encrucijada moral  de la historia como su puesta en escena. Poco importan las razones que motivan el odio y las extravagancias de Kevin porque la película triunfa como una horror movie sin sangre (y bien pensado, hasta las mejores familias tienen su oveja negra). No hay que entenderla sino dejarse empapar por la constante sensación de malestar y peligro (muy interesante la escena onírica en la que Tilda Swinton aparece en una recreación de la Tomatina de Buñol). Debemos, necesitamos y queremos hablar sobre Kevin. Tilda Swinton oposita para el Oscar, y la próxima vez preferirá abortar o recurrir a una supernanny con mano dura. No se la pierdan.


Nota: 7'5

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2 comentarios:

Daniel Bermeo dijo...

Está en planes de verla para estas semanas... Ya he oido de todo que no sé con qué me toparé, pero al menos todos estan de acuerdo en la gran actuacion de Swinton.

Saludos Xavi.

Carlos Andrés dijo...

Una película interesante, aunque me parece que se queda a medio camino al explotar un tema con ese potencial, que es bastante. Habría dado para obra maestra si tal vez la directora no se empeñara más en imponer un estilo, sino que añadido a eso, hubiera profundizado más los giros que plantea y lograra algo realmente impactante. El rostro de Tilda perturba.

Un placer leer tus reseñas, Xavier. Saludos.