lunes, 14 de noviembre de 2011

Crítica de LAS AVENTURAS DE TINTÍN: EL SECRETO DEL UNICORNIO, de Steven Spielberg


A Marcel.  

VIAJE NOSTÁLGICO AL MUNDO DE HERGÉ
 
De pequeño disfruté con todos los cómics de Tintín, en catalán y en castellano. Los leía de forma compulsiva gracias a la biblioteca de mi colegio y recuerdo haber recitado de pe a pa las peripecias del joven reportero de Hergé. Sé que si esta película hubiese llegado en esa etapa de infancia, sin duda me hubiera impactado, obsesionado y enamorado hasta decir basta. El tiempo da cierta perspectiva y ahora Tintín forma parte de mi experiencia como lector y como espectador, sin esas dosis de mitomanía o fanatismo de los seguidores acérrimos. Tintín se incluye en una etapa dulce de mi vida, junto a la colección de fotos de las Spice Girls, los cromos de Dragon Ball y los 'clips' de Playmobil, con los que creo haber recreado pequeñas películas en el almacén de mi casa. Después de ver Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio no puedo evitar suspirar eso de 'qué tiempos aquellos', y aunque no me acuerdo con nitidez de qué elementos pertenecen a qué historietas, sé que el film que nos brinda Spielberg es una perfecta mezcolanda del universo Tintín, un fiel retrato del espíritu tintinófilo con un uso exquisito del 3D. Sólo faltó Tornasol para ser la perfecta conjunción de los personajes, los paisajes y la esencia aventurera de los volúmenes que servidor, como tantos otros de tantas otras generaciones, devoraron con gusto.


Acercarnos a Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio desde la nostalgia es algo tan inevitable como casi deseable. Los propios Spielberg y Jackson han construido su película desde esa melancolía romántica, rescatando el niño que siempre llevaron dentro. La primera escena es una clara declaración de intenciones: Tintín paga por un retrato con las formas del dibujo analógico de los cómics, y acto seguido el protagonista centra su mirada en la maqueta del Unicornio en miniatura, detonante de todo lo que vendrá. Los directores nos están diciendo que el Tintín que conocíamos quedó atrás y que su obra es 'el mismo Tintín', a la vez que 'otro', mejorado por la técnica y elaborado desde la fascinación infantil todavía vigente por las viñetas de Hergé. Por eso Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio, aunque pensada como espectáculo tridimensional, es claramente un ejercicio de nostalgia cinéfila y cinematográfica. La trama transcurre de la forma más pura y minimalista. Su acción es claramente naïf, dejándose llevar por el eterno héroe pasivo (Tintín no provoca ni precipita hechos, simplemente le ocurren cosas extraordinarias por casualidad) y el magnetismo de sus secundarios (que potencian la curiosidad del protagonista, llevándolo de viaje hasta los rincones más recónditos). Su humor es gráfico, visual, directo, elegante y universal. Es un blockbuster a lo grande pero a la vieja usanza que casi podríamos imaginar como cine mudo; o todavía mejor, como fotogramas con bocadillos pintados en los que perviven los rayos, centellas, gritos e hipos del malhumorado Capitán Haddock. La perfecta unión entre lo añejo y lo moderno, lo cinematográfico y lo literario, lo comercial y lo autoral.


En un momento en que cualquier película aparentemente blanca o familiar contiene escenas de violencia o sexo explícito, Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio demuestra que otra experiencia audiovisual es posible, y que seguramente ya se hizo. No se trata de entender que las películas anteriores eran superiores o que cualquier tiempo pasado fue mejor. La clave está en recordar que los gags mudos de Chaplin antes eran un divertimento infantil, y que ahora son desgraciadamente un refugio para la cinefilia. Esta primera incursión tintinófila y tintinesca en la gran pantalla aúna la popularidad con la calidad, algo excepcional. Pocas obras destilan tanto amor y tanta pedagogía. Nos recuerda que algo se ha hecho mal en el cine de las últimas décadas, y que el paso al digital y a la experiencia tridimensional se ha llevado consigo otras cosas, quizás la esencia del buen cine. Me parece sublime que los encargados de articular este discurso sean los padres de la ficción norteamericana de ahora (Jackson) y siempre (Spielberg). Lástima que ya no sea tan inocente y que no pueda disfrutar a pleno pulmón de esta gran película. El Rey Midas y el señor de la Tierra Media nos recuerdan que crecer es la mayor insensatez, lo más antinatural. Afortunadamente la edad no invalida mi admiración por Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio: llegué tarde para considerarla una obra maestra, pero reconozco que es la única gran 'película de aventuras', en el sentido más estricto y puro, de lo que llevamos de milenio.

Nota: 7'5

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Presentación de la película en catalán:

Tota una generació de joves lectors va créixer amb les històries del reporter belga Tintín. El periodista i aventurer creat per Hergé segueix viatjant sense descans per tots els cinc continents amb el seu gos Milú, el malhumorat capità Haddock i tot un reguitzell de personatges secundaris ja mítics. Per fi arriba la pel·lícula Les aventures de Tintín i el secret de l’unicorn, una ocasió d’or per reunir a la sala de cinema els pares nostàlgics i la canalla que s'hagi iniciat recentment en el món màgic de Tintín.

Steven Spielberg ha dirigit una pel·lícula que barreja escenaris exòtics, moments d’acció trepidant i situacions impossibles: veurem Tintín al seu apartament parisenc i al desert del Sàhara; viatjant per mar, terra i aire per tal de descobrir el secret que s’amaga darrere de l’antic vaixell anomenat Unicorn. Spielberg com a director i Peter Jackson com a productor han aconseguit una superproducció visualment impecable, un homenatge al còmic original i una nova franquícia cinematogràfica que ja té en marxa una segona entrega.


Les aventures de Tintín i el secret de l’unicorn suposa la consolidació definitiva d’una nova manera d’entendre el cinema. Tot i tractar-se d’una proposta d’animació, els diferents personatges capten els gestos dels actors Jamie Bell (Tintín), Andy Serkis (capità Haddock) i Daniel Craig (Sakharine), entre altres, una tècnica que va començar amb El senyor dels anells, que es va popularitzar de la mà de Polar Express i que recentment ha estat la clau de l’èxit d’Avatar o El retorn del planeta dels simis.

Poques propostes d’aquest 2011 reuniran tant a la cinefília més exigent com al públic familiar. Abans que arribi a les sales nord-americanes aquest Nadal, la 8 i mig us ofereix en versió original una cita ineludible amb el gran clàssic del còmic europeu, un entreteniment de nivell i segurament un dels noms que més se sentiran en la propera gala dels Oscar.


2 comentarios:

Lucas Liz dijo...

Hola Xavier
Se te nota en tus palabras la admiración por el personaje y un puntito de nostalgia. Yo no era un fan del cómic, y la película me ha entretenido y me ha gustado..
Crecer? No es antinatural...es una putada!!
Desde la admiración que te proceso, Lucas Liz.
PD: En esta ocasión hemos coincidido bastante en la nota, jejej

Unknown dijo...

Es muy interesante esta película y divertida dirigida por Spielberg quien logró que la película basada en el comic fuera todo un éxito y que particularmente me gustó bastante en todos los sentidos, es muy buena su historia y creo q a toda la familia le encantara.