domingo, 20 de octubre de 2013

Crítica de LA MIRADA DEL AMOR (THE FACE OF LOVE), de Arie Posin

Hollywood tiene miedo a todas las historias que no sean a priori comerciales: La mirada del amor, film que explica la vida que sigue a la muerte del ser más querido, cumple con esa imagen de 'revulsivo' en taquilla. Con todo, los hábitos de consumo han cambiado, los adolescentes y jóvenes ya no son quienes llenan las salas, y el público adulto, el más fiel y resistente al cambio, demanda películas adultas que les cuenten historias cercanas, plausibles y relajadas. Todavía no sabemos si La mirada del amor se convertirá en ese éxito sorpresa que muchos profetizamos tras visionar el film en San Sebastián, pero no le faltan virtudes. Estamos ante una película adulta, con un tema adulto, con unos actores adultos que han hecho de sus arrugas bellos surcos de experiencia, y con un tono adulto a caballo entre la comedia y el drama que nunca cae ni en lo lacrimógeno ni en el chiste barriobajero. Entre las categorías que contempla la Academia no está la estatuilla a la mejor mirada, pero Annette Bening, actriz de actrices, es capaz de eclipsar la pantalla con el brillo de sus ojos y de su rostro. La historia es muy sencilla: una decoradora que enviudó hace tres años cree ver en un profesor de arte la reencarnación de su difunto marido, con el que comparte un más que notable parecido físico. La película utiliza ese hecho, casi una extrapolación del cine fantástico, para orquestrar una opereta de confusiones con cierta chispa: la nueva pareja de la protagonista es recibida de forma distinta por vecinos, amigos y familiares, mientras que el espectador, primer sabedor de la coincidencia, observa el drama desde la comedia, pero siendo consciente del peso trágico de la historia. El problema es que el film no sabe resolver todos esos líos (¿confesará el personaje femenino por qué se siente tan atraida hacia él?), y toda la madurez demostrada en su primer tramo se desploma parcialmente en un final que sabe a salida por la puerta de atrás: lo lacrimógeno acaba venciendo. Lágrimas que, no nos escandalicemos, forman parte de las demandas de esa público mayor de cuarenta años. La mirada del amor, en definitiva, es tan adocenada y prefabricada como cualquier comedia romántica con granos, pero hay que reconocerle el saber hacer de sus intérpretes y un mínimo atrevimiento para poner en imágenes una cuestión tan espinosa como la pérdida y el redescubrimiento del amor a edades tardías. ¡Que figure en acta que hemos sido los primeros en vaticinar el éxito de la película!


Para fans de Bening y Harris.
Lo mejor: La película es Annette Bening: los grandes artistas, como los buenos vinos, ganan cuerpo con el paso de los años.
Lo peor: Robin Williams, más que el amante despechado, interpreta al vecino gay, y ello hace que en el patio de butacas se oigan risas involuntarias.

Nota: 6

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