sábado, 17 de enero de 2015

CRÍTICA | FUERZA MAYOR (FORCE MAJEURE, TURIST), de Ruben Östlund


Avalanchas familiares
FUERZA MAYOR (FORCE MAJEURE, TURIST), de Ruben Östlund
Suecia, 2014. Dirección y guion: Ruben Östlund Fotografía: Fredrik Wenzel y Arne Wergeland Música: Ola Fløttum Reparto: Johannes Bah Kuhnke, Clara Wettergren, Lisa Loven Kongsli, Vincent Wettergren Género: Drama. Comedia negra Duración: 115 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 30/01/2015
¿De qué va?: Ebba, Tomas y sus dos hijos pequeños, la familia sueca modélica, se disponen a pasar cinco días en una estación de esquí en los Alpes. Durante la primera jornada todo parece ir bien: el hotel es espectacular, su habitación es lujosa, los niños están muy animados y todos tienen ganas de esquiar. En el segundo día, un pequeño incidente altera la rutina familiar. Durante su almuerzo en un restaurante, los cuatro son testigos de una avalancha: Ebba reacciona de forma maternal protegiendo a los pequeños, pero Tomas huye despavorido. La nieve se detiene antes de llegar a la terraza del local, nadie ha salido herido... pero ese episodio abre un cisma familiar difícil de aplacar.


La buena salud de la que goza el cine sueco de los últimos años ha conseguido con Fuerza mayor uno de sus logros más notables, así como el film más representativo a nivel internacional de la nueva tendencia del cine escandinavo: obras de estructura rompedora, de narrativa incómoda y de sustratos muy diversos que van del psicoanálisis de Bergman a la sensibilidad de algunas tendencias experimentales. Si Fuerza mayor, por texto y por contexto, ha sido la obra más destacada de entre toda su generación de autores y títulos (cada uno propondrá sus preferidos) se debe precisamente a su doble vertiente lúdico-crítica: es una película muy 'sueca', y como tal satiriza e incluso ridiculiza la Suecia que, con tal de seguir siendo el adalid de la perfección y el supuesto bienestar, vive de espaldas a los problemas propios y ajenos; y a su vez, es una película fuera de cualquier tiempo, y que de hecho, en términos generales, puede leerse como una descripción lúcida pero implacable de la Europa ideal, plurilingüe y turística, que se resquebraja a marchas forzadas.


Fuerza mayor propone un ejercicio introspectivo de efectos devastadores. Östlund consigue que aflore el conflicto, que se expanda la sombra de la duda y que sintamos en nuestras carnes las contrariedades de unos personajes perdidos, aturdidos, superados por unas circunstancias que, según se miren, dependiendo de la escena, resultan muy nimias o muy duras. Lo mejor de Fuerza mayor reside precisamente en su pericia a la hora de subir al público al tren de la bruja, a la montaña rusa del constante desasosiego: todo en ella resulta inesperado, a medida que avanza el metraje vamos reformulando nuestras opiniones de los personajes, y al final del film se mezcla el rechazo con la empatía por unas situaciones y unos temas que, aunque cueste reconocerlo, nos resultan demasiado familiares. Östlund pervierte los convencionalismos no sólo en su fondo sino en su forma: situar la trama en un espacio a priori tan poco cinematográfico como una pista de esquí es la mejor baza para que la película esté tocada por un ambiente enrarecido y surrealista (las luces de las pistas, la silueta escarpada de las montañas y la fría arquitectura del complejo hotelero de lujo donde se hospedan los personajes configuran un marco único en el que, como espectadores, nunca nos sentimos demasiado cómodos, en el sentido más gozoso del término).


En resumen, un 'film experiencia', una avalancha emocional que nos pone frente a frente con nuestros miedos más ocultos, con esos traumas inconfesables que afloran el día menos pensado en el momento más insospechado. Si muchos se preguntaban por qué aumentan los divorcios tras los periodos de vacaciones, Fuerza mayor resuelve todas las dudas. O no: nos demuestra que ninguno de nosotros estamos a salvo de venirnos abajo, por mucho que estemos en el paraíso nevado de la película. ¿Y si en verdad no estamos tan bien como parece? ¿Y si, pensándolo un poco mejor, nuestra vida es un absoluto desastre? Si os gustan los retos, si no tenéis miedo de transitar espacios turbios, ésta es vuestra película.


Para los que aprovechan su tiempo libre para visitar la cueva del lobo.
Lo mejor: Aunque estamos en enero de 2015, estamos seguro que no habrá nadie que tenga los bemoles de olvidarla cuando toque hacer balance del mejor cine del año.
Lo peor: A veces nos pone ante tesituras tan extremas que puede generar ciertos rechazos (en cierto momento, confieso haber odiado profundamente al personaje femenino).

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