domingo, 2 de agosto de 2015

CRÍTICA | IT'S SUCH A BEAUTIFUL DAY, de Don Hertzfeldt


IT'S SUCH A BEAUTIFUL DAY, de Don Hertzfeldt
Largometraje del jurado nº 05: Cinoscar Summer Festival 2015
EE. UU., 2012. Dirección, guión y fotografía: Don Hertzfeldt Reparto: Animación Tráiler: Link
Elección y presentación de Isidro Molina: Don Hertzfeldt viene realizando desde los 90 cortometrajes de animación con un sello muy personal, tanto visual (un trazo sencillo enriquecido por multitud de efectos, filtros y montajes de imágenes) como argumentalmente (haciendo del humor más absurdo una vía para la reflexión existencial). It’s Such a Beautiful Day supone su primer largometraje, donde reúne las piezas que conformaron su trilogía de Bill, que sigue las desventuras de un hombre solitario, de pasado tortuoso, aquejado de una grave enfermedad. Nos muestra escenas de aplastante cotidianidad de la vida de Bill a la vez que nos sumerge en los desvaríos más surrealistas de su mente mientras pasado, presente y futuro se entrecruzan formado un collage de sensaciones tan rico como su despliegue visual y sonoro, nueva demostración de las ilimitadas posibilidades creativas de la animación como expresión artística, que hay gente que todavía se atreve a ponerlo en duda. Una obra única. 


RESEÑA MAYRA: Hertzfeldt propone al espectador la ilustración curiosa de la vida de Bill, personaje protagonista de It's Such a Beautiful Day. Pequeñas líneas dibujadas dan forma ‘física’ a Bill y compañía, mientras durante los 60 minutos que dura la cinta una voz nos narra en tercera persona cada singular escena de su día a día su pasado y su presente, pequeños detalles y preguntas existenciales que a veces resultan extraños e insignificantes pero que en otras ocasiones puede dejarnos reflexionando. El espectador se convierte en testigo de todo lo que es y cruza por la cabeza de este personaje, alguien que tiene sus momentos de lucidez pero que no ha podido escapar del todo del desquicio familiar congénito, y sufre los mismos trastornos que padecieron algunos de sus familiares. It’s Such a Beautiful Day es un ejercicio audiovisual que resulta tal vez más interesante en su forma que en contenido: en la forma podemos ver cómo se logra un trabajo muy creativo e interesante a partir de escasos medios. Y en el contenido podemos atisbar una narración filosófica y poética que es dibujada a partir de la realidad lúgubre y desesperanzadora que rodea a Bill. Una cinta nada convencional que surte mayor efecto en un primer visionado, y en un segundo no se puede dejar de reconocer la interesante labor de su director.

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RESEÑA MIGUEL: Cuando uno ha visto ya tanto cine, y se ha empapado de diferentes experimentalismos, formas que se fugan del corsé de lo más comercial, a nuestro ojo le cuesta más sorprenderse ante lo que ve en pantalla. Don Hertzfeldt juega con la forma en It’s such a beautiful day. Logra elaborar un ejercicio de estilo durante los dos primeros minutos, en el que el mundo interior de Bill queda al descubierto. Nos presenta a un ser rutinario, maniático, enfermo, solitario, y excéntrico. Tras ello, tras esos dos minutos conectados a una bonita épica musical, el film se convierte en una repetición de contenido durante 70 largos minutos. Una retahíla de sordideces cuyo fin es la turbación. En ningún momento ayuda conocer el pasado de Bill, ni su presente diagnosticado, ni su visión ácida de la sociedad, pues no es más que una útil herramienta para dar alas a Hertzfeldt en su propósito: perturbar. Bebe mucho de los cortometrajes de Lynch, de su paroxismo, de su locura calculada, sus diseños sencillos… Y si hubiese seguido el patrón de Lynch y no hubiera convertido el material en un largometraje, mejor habría sido el resultado. Si valoramos la sordidez del film encontramos verdadero talento en la descripción de la miseria de las viñetas. Alguna de sus imágenes consigue crujir dientes, pero en ningún momento logran construir una relación empática con el personaje central. Sería interesante ver una película no animada de este autor y con un estilo más depurado. En el largo animado no veo dándole otra oportunidad en un futuro cercano.

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RESEÑA XAVIER: It’s Such a Beautiful Day dista de ser, por muchos motivos, un largometraje tradicional. Don Hertzfeldt, uno de los animadores más respetados de los circuitos indies, suma tres de sus cortos más laureados en un mismo metraje, y el resultado es una obra nueva que describe las tribulaciones y las transformaciones de Bill, un hombre de vida aburrida y locura congénita. El mérito de Hertzfeldt reside en la aparente sencillez de su propuesta: Bill, ese antihéroe incapaz de encauzar su vida, resulta un ser muy humano pese a los contados trazos a lápiz que dibujan su silueta; y en paralelo, Hertzfeldt juega a reproducir las viñetas del cómic, mezcla colores y llena la película de diferentes texturas y recursos narrativos que potencian el caos a veces tangible y a ratos abstracto por el que se mueve el protagonista. Estamos, vaya, ante una película libérrima repleta de ideas que presume de sus excesos y sabe reconducir sus limitaciones formales para dotar de personalidad a todo el conjunto. Con todo, algunos espectadores se sentirán sobrepasados por este incontrolable cauce de traumas, delirios y frases ingeniosas. Un experimento, en definitiva, no apto para todos los paladares, pero que demuestra el gran estado de salud del que goza el cine de animación: It’s Such a Beautiful Day, convenza más o menos, sí interesa como muestrario inacabable de las posibilidades dramáticas y plásticas del cartoon.

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RESEÑA DANIEL: Con tan sólo 62 minutos, Don Hertzfeldt nos sumerge en una experiencia raramente vista; es emocionante, surrealista, onírica, perturbadora, estremecedora, conmovedora, visionaria, divertida, enérgica, poética, hermosa, nostálgica, dramática, caótica y al final esperanzadora. It's such a beautiful day es el retrato de un ser cualquiera (quizás hasta nos podamos sentir identificados) que está enfermo. Es una enfermedad rara e imposible de diagnosticar. Angustia el hecho de conocer a este extraño ser y no determinar las causas exactas de sus "idas y venidas" mentales. ¿Acaso no es un retrato contemporáneo del hombre del siglo XXI? ¿No es un Bill uno de nosotros? Bill se hace pregunta tras pregunta en gran parte del metraje, preguntas existenciales que quizás muchos de nosotros nos las hemos hecho en más de una ocasión. Hertzfeldt intenta presentar al hombre que la sociedad ha creado a lo largo de la historia, lleno de temores e inseguridades, perturbado por las guerras y con severos transtornos, que al final lo dejan desprotegido como un niño sin guarnición. Bill es el retrato de una sociedad entera. Y pese a toda la angustia que padece el protagonista, el film es reconfortante al final, porque se eleva a niveles mayores: una delicia, un espectáculo visual y sensorial de renombre.

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