viernes, 1 de junio de 2012

Hagan juego, primos: Crítica de THE PELAYOS

Por si alguien tenía curiosidad de cómo sería un Ocean's Eleven a la española, Eduard Cortés nos trae The Pelayos,  la crónica de una familia que consiguió desbancar varios casinos legalmente adivinando el secreto matemático que esconde el azar de la ruleta rusa. Una película firmada por un director irregular, capaz de defender dramas bastante sólidos como La vida de nadie y Otros días vendrán y a su vez disfrazar sin éxito una rareza como Ingrid de cine de autor experimental. La megalomanía del patriarca de la saga Pelayo se parece muchísimo a la de su director, que para su película parece haber tomado como referentes el Casino de Scorsese. El problema es que The Pelayos se debate en todo momento entre la película que es y la que quiere ser. Hay una intención por seguir unas formas norteamericanas, con un montaje efectivo y la recreación acertada de un tiempo pasado entrañable en su apuesta por lo retro (aunque los jugadores apuestan con euros, no con pesetas: Cortés nos acerca un contexto visual, que no histórico, algo que resta veracidad a la trama). Y por otra parte, sus conexiones con la comedia española cazurra de personajes estúpidos pero con suerte es más que evidente, como si la película quisiese a toda costa ser un producto local y taquillero (tras ganar en la sala de juegos, la familia come bocadillos de chistorra en un curioso ejercicio por aunar lo elegante con lo cutre). Obviamente las tensiones entre lo cañí y lo internacional acaban por descompensar The Pelayos, si bien causa cierta gracia ver como la impecable construcción del director del casino como 'malo' de la ficción (Eduard Fernández, lo más 'Scorsese' del film) se rompe minutos después con el humor andaluz del personaje de Vicente Romero (no se explica que todavía no haya cursado para el Goya). En The Pelayos hay sexo, como sospechábamos Miguel Ángel Silvestre corretea sin camiseta, y aún así se nota que The Pelayos es la variación de una fórmula; no una ruptura, pero sí un ligero cambio con más empaque técnico y de mayor vistosidad. Con todo, Monzón y El robo más grande jamás contado es el único que supo reciclar un poso de cinefilia yanki (el subgénero de los 'casinos' o los 'robos') con un carácter enteramente español, sin avergonzarse de ello, sin descripciones de brocha gorda ni menciones al caca-culo-pedo-pis. Porque por mucho que se empeñe The Pelayos en ser una película espectacular cuenta con el presupuesto que cuenta, y se debe a una tradición 'tipical spanish' de la que no puede escapar. Al menos The Pelayos ofrece hora y media larga de diversión, además de un grupo disparatado cuya gesta tiene todavía más magnetismo en tiempos de crisis, tan vinculado a lo que simboliza Las Vegas en el cine yanki como a Atraco a las tres, o a la picaresca española que espera un gran golpe o lotería para vivir a cuerpo de rey.


Nota: 6

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1 comentario:

Sandra Sánchez dijo...

Uyyy por lo que cuentas yo creo que ésta me va a gustar.
Gran reseña!
;)