sábado, 28 de septiembre de 2013

Crítica de LOS PASOS DOBLES, de Isaki Lacuesta

Los pasos dobles es un ejemplo de historia sin historia, de cine sin cine, de arte sin arte. Lacuesta parte del concepto pero no sabe convertir esa idea en imágenes interesantes. Las relaciones internas de Los pasos dobles sólo están al alcance de sus responsables, por lo que todo resulta inexplicable y críptico. Cine escapista, road movie sin hoja de ruta, producto recubierto de una supuesta intelectualidad y pureza que molesta sobremanera. Productos, eso sí, que de tan herméticos pasan por brillantes para determinados círculos festivaleros: ahí está la Concha de oro más inexplicable y marciana de los últimos años frente al ninguneo en ese palmarés de No habrá paz para los malvados. Lo mejor que se puede decir de estos pasos por África es que propone en pleno siglo XXI una curiosa unión entre un cine independiente ajeno a corsés o formas ya marcadas y un cine ligado a la tradición que quiere dialogar sobre la propia naturaleza del relato: Los pasos dobles es la historia de una gran farsa, de una recreación imaginaria ligada a la leyenda, a las historias de transmisión oral y al folklore. Pero, como ya os podréis imaginar, todo ello son cuestiones sesudísimas que entran en contradicción con el vacío de gran parte de las escenas del film. Lacuesta también sabe que su material está, por definición, alejado de las inquietudes del espectador moderno. De la misma forma que pensamos que Los pasos dobles hubiese podido explotar todo su potencial étnico como obra escultórica o pictórica, creemos que la película ha equivocado su círculo de difusión, ya que sólo encaja en proyecciones en centros culturales, museos y espacios a los márgenes del 'cine de salas'. Cosas de la modernidad, Los pasos dobles ha sido editada en dvd y es uno de los buques insignia de ese cine 'out' que la crisis hará crecer como la espuma. Ahora bien: basta ver los extras de ese dvd para darse cuenta que tras las palabras de Lacuesta se esconde la nada más absoluta, bien por demasiada arquitectura intelectual o bien por total improvisación del director.


Para los que siguen el rastro de ese cine entre lo ridículo y lo genial.
Lo mejor: Se aprecia su difícil concepción y la singularidad de sus espacios e intérpretes. La banda sonora tiene entidad de western moderno.
Lo peor: Que a Lacuesta le interesa más homenajear a Augieras y promocionar a Barceló que contar una historia inspirándose en la obra de ambos.

Nota: 3'5

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