jueves, 9 de octubre de 2014

CRÍTICA | LOREAK (FLORES), de José María Goenaga y Jon Garaño


Algo más que flores
LOREAK (FLORES), de José María Goenaga y Jon Garaño
Festival de San Sebastián 2014: Sección oficial a concurso
España, 2014.  Dirección: José María Goneaga y Jon Garaño Guion: José María Goneaga, Jon Garaño y Aitor Arregi Fotografía: Javier Aguirre Música: Pascal Gaigne Reparto: Josean Bengoetxea, Ane Gabarain, Gotzon Sánchez, Nagore Aramburu, Egoitz Lasa, Itziar Aizpuru, Itziar Ituño, Jox Berasategui Género: Drama. Historias cruzadas Duración: 95 min. Tráiler: Link
¿De qué va?: Ane empieza a recibir flores en su casa. En los ramos no aparece ningún mensaje ni remitente. Aunque su marido parece mostrarse incómodo con cada envío, Ane cuida con mucho mimo cada flor e incluso lleva algunos ramos a su puesto de trabajo. Un día deja de recibir las flores, y en ese momento su vida quedará conectada a la de Lourdes y Tere. Tres mujeres distintas, tres generaciones distintas y tres vidas distintas, pero todas ellas vinculadas a las flores. Aunque las flores son solo flores... ¿o tal vez no?


Las flores nos acompañan en los momentos más importantes de nuestras vidas. Nos las regalan cuando nacemos, aparecen en bodas y comuniones, y tienen un especial protagonismo el día de nuestra muerte. Loreak (Flores) se centra en este último aspecto, ya que utiliza las flores como vía de expresión de sentimientos de tres personajes que están atravesando un proceso de luto distinto. Flores, en definitiva, mortuorias, pero con mucha vida en sus pétalos, ya que encarnan el amor, el afecto y el vínculo hacia el ser querido. Flores ligadas a un rito, piezas centrales de una práctica cerimoniosa muy arraigada en nuestra cultura. Flores de duelo, también flores cargadas de belleza. Flores que se dan en homenaje a la persona que se ha ido, pero que en realidad tienen capacidades sanadoras para los que afrontan la vida tras la pérdida. Flores de muchos colores, de múltiples matices, que el film de José María Goenaga y Jon Garaño utiliza para configurar uno de los mosaicos femeninos más impresionante del último cine local.


Porque Loreak (Flores) es, en esencia, una película de mujeres. Los directores se acercan a ese universo con mucho tacto, dejando espacio e intimidad a los personajes, respetando sus interioridades y al mismo tiempo mostrando sus diferencias generacionales y sus códigos morales. Los personajes se reprochan cosas, se callan otras tantas, y como espectadores asumimos todo ello de forma natural porque todos los personajes están (d)escritos desde la verdad y todos tienen sus razones. Ane actúa influenciada por la insatisfacción de su matrimonio y la sensación de que sus años de juventud se están escapando. Tere actúa influenciada por el peso de la tradición, por el qué dirán, por los principios religiosos que ha interiorizado desde pequeña. Lourdes actúa desde el impulso y la rabia, reivindica su libertad sin ser consciente de que sigue atada a la persona que un día amó, y tal vez por eso su herida es la que resta abierta durante más tiempo, el duelo que más se retarda, el dolor que más tarda en supurar. Vidas que se complementan de forma armoniosa, como flores de distinta tipología pero igual naturaleza en un mismo ramo.


Goenaga y Garaño trazan un ejercicio de historias cruzadas, pero afortunadamente nunca fuerzan las relaciones entre los personajes: da la sensación de que es la propia vida la que une y separa de forma azarosa a las protagonistas. Tampoco hay una voluntad por forzar el dramatismo de la historia: en este sentido, la película combina planos objetivos con otros subjetivos de forma muy equilibrada, retratando a los personajes con la cámara situada tras una ventana (un recurso que recuerda a cierto cine documental, incluso a las obras de Jaime Rosales) o bien filmándolos a pocos centímetros de sus rostros. Un drama, en resumen, que no violenta, que no intimida, pero que consigue escarbar en lo más profundo de nuestras almas. Una película frágil y delicada a la par que erguida y sólida. Como una flor. Porque las flores siempre son algo más que flores. Y en Loreak (Flores) son seres vivos cargados de sentido y sensibilidad.

Para comprobar el gran estado de salud del cine vasco.
Lo mejor: Goneaga y Garaño demuestran jugar en la primera división de nuestro cine. Es una historia muy vasca y al mismo tiempo de hondura atemporal y universal.
Lo peor: Que su tristeza asuste a parte de su público. Haberse ido de vacío del Festival de San Sebastián.

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1 comentario:

Descubrepelis dijo...

Muchas ganas de deborar 'Loreak' después de que este duo de vascos me enamorara con su '80 egunean'. Muchas ganas de volverme a encontrar con Itziar Aizpuru en la pantalla.

Abrazos.