miércoles, 25 de noviembre de 2015

CRÍTICA | EL HIJO DE SAÚL (SAUL FIA), de László Nemes


Ver el horror. Vivir el horror.
EL HIJO DE SAÚL (SAUL FIA, SON OF SAUL), de László Nemes
Festival de Cannes 2015: Gran premio del jurado y FIPRESCI
Festival de San Sebastián 2015: Sección Perlas. Representante húngara a los Óscar 2016
Hungría, 2015. Dirección: László Nemes Guión: László Nemes y Clara Royer Fotografía: Mátyás Erdély Reparto: Géza Röhrig, Levente Molnár, Urs Rechn, Sándor Zsótér, Todd Charmont, Björn Freiberg, Uwe Lauer, Attila Fritz, Kamil Dobrowolski, Christian Harting Género: Drama Duración: 105 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 04/12/2015
¿De qué va?: Campo de concentración de Auschwitz, 1944.  Un prisionero judío trabaja en un grupo llamado Sonderkommando. Su misión es ayudar al exterminio de sus semejantes en las cámaras de gas y retirar las cenizas de los fallecidos. Un día descubre el cuerpo de un niño entre el amasijo habitual de cadáveres. A partir de ese momento, el hombre expresa su deseo de dar al niño un funeral según los principios de su religión.


Seamos sinceros: hemos conocido los horrores de la Segunda Guerra Mundial de la mano del cine. No por casualidad, se trata del episodio histórico que más veces se ha llevado a la gran pantalla. Con cada nuevo visionado, activamos nuestra memoria cinéfila y esperamos ver una variación más de esa historia que ya hemos oído, que ya nos emocionó y que Hollywood nos vuelve a contar siempre que puede. En nuestro imaginario figuran espacios tan terroríficos como los campos de concentración, pero hay ocasiones en los que una película consigue sacudir nuestros cimientos, sacarnos de nuestra zona de confort y abofetearnos con una propuesta totalmente nueva. El hijo de Saúl, por su lenguaje, su concepción visual y su capacidad de generar tensión, es una de esas maravillas. Conocemos el texto y el contexto, pero en el film de László Nemes pasamos por los túneles del terror sin ningún tipo de asideros. Una experiencia inédita que ningún cinéfilo debería perderse.


El húngaro Lazlo Nemes rueda el Holocausto como si se tratara de un viaje claustrofóbico entre la vida y la muerte. No se trata de ver el horror, sino de sentirlo en nuestras carnes. El hijo de Saúl sacude el alma y consigue que el espectador salga de la proyección sin aliento. Un film extremo que por momentos evoca la cámara nerviosa de los Dardene, mientras que en otros parece reproducir la coreografía del miedo de Masacre: ven y mira. Es una obra que no se ve: se sobrevive, en el mejor sentido de la palabra. Además, el film concluye con un final inesperado, una de esas resoluciones que dan un nuevo sentido a todo el metraje y que abre una obra tan física a lecturas muy profundas. Porque El hijo de Saúl, más allá de su narrativa en primera persona y su rotunda concepción fotográfica, es una historia de lucha y de esperanza. De cómo, incluso estando en mitad del mismísimo infierno, el instinto humano no da su brazo a torcer e intenta encontrar sosiego y dar sentido a la vida. Una de las películas del año. Sin exagerar. 


Para estar al día de los films que hacen avanzar el lenguaje cinematográfico.
Lo mejor: Su mezcla de realismo e innovación.
Lo peor: Algunos la acusarán de tremendista y efectista.

Si te gusta esta reseña, ¡vótala en Filmaffinity!

2 comentarios:

Sandra Sánchez dijo...

La he visto antes de ayer en el festival de cine de Gijón. Tremenda, Brutal. Buenísima.
Saludos!

Sandra Sánchez dijo...

La he visto antes de ayer en el festival de cine de Gijón. Tremenda, Brutal. Buenísima.
Saludos!