lunes, 27 de abril de 2015

CRÍTICA | VIDA SALVAJE (VIE SAUVAGE), de Cédric Kahn


Vivir y educar
VIDA SALVAJE (WILD LIFE, VIE SAUVAGE), de Cédric Kahn
Festival de San Sebastián 2014: Premio especial del jurado
Francia, 2014. Dirección: Cédric Kahn Guión: Cédric Kahn y Nathalie Najem Fotografía: Yves Cape Música: Mathias Duplessy Reparto: Mathieu Kassovitz, Céline Sallette, David Gastou, Jenna Thiam, Romain Depret, Sofiane Neveu, Jules Rittmanic Género: Drama Duración: 100 min. Tráiler: Link
¿De qué va?: Inspirada en un caso real sucedido en Francia. Philippe Fournier, tras separarse de su esposa, pierde por fallo judicial la custodia de sus dos hijos. Un día, el hombre decide imponer sus normas de forma expeditiva: rapta a los pequeños, los esconde en un bosque y los educa durante una década en una comunidad nómada y autosuficiente que se autoabastece con sus propios cultivos y animales. En paralelo, la madre emprende una lucha infatigable por recuperar a sus pequeños. El reencuentro se produce años después de la manera más insospechada.


El discurso de los nuevos modelos pedagógicos está de plena actualidad. Vida salvaje es una interesante propuesta que ayuda a incentivar todavía más el debate, y su propuesta entronca con otra crónica familiar al límite de reciente estreno: la italiana El país de las maravillas. Un padre decide educar a sus pequeños lejos de la civilización, en un estado salvaje y nómada, en total comunión con la naturaleza y prescindiendo de cualquier recurso tecnológico. Una vida al margen de la ley que abre distintas diatribas morales: ¿hasta qué punto el padre libera o ata a sus hijos a un modo de vida poco convencional? ¿hasta qué punto esos chavales, con el paso de los años, demandarán otro modelo vital y afectivo? ¿cuál es realmente la vida salvaje a la que apela el título: el cosmos austero que impone el padre o el mundo urbano que discurre a pocos kilómetros del poblado donde están asentados los personajes?


Por desgracia, Kahn no profundiza en todas esas cuestiones, y no lo hace porque todo ello queda enmarcado en un problema mayor: las tensiones entre el padre y la madre, las dos partes que se debaten la custodia de los pequeños. En este sentido, Vida salvaje se empeña en demostrarnos que ante un proceso de separación los hijos siempre son las grandes víctimas. Mientras el padre sigue empecinado en llevar hasta sus últimas consecuencias sus ideales (al inicio del film 'rapta', literalmente, a los pequeños, dando pie a un conflicto legal que el film recoge de forma más formularia que estimulante), la madre, que en un pasado participó de la libertad y del libertinaje del referente masculino, lucha por llevar una vida normal, por conservar su casa y trabajo, y por lo tanto por darles a sus retoños todo lo que se le supone a 'una buena madre'. De nuevo, cuestiones que reverberan en la conciencia del espectador en forma de grandes interrogantes: ¿qué vida llevamos? ¿hacia dónde nos llevará esa opción de vida? ¿qué ganamos o perdemos en ese camino de crecimiento, exploración y confrontación?


En resumen, Vida salvaje convence por su rico entramado de ideas, aunque, como sucede en gran parte del cine supuestamente comprometido, su mensaje acaba resultando más complejo que sus virtudes artísticas. Kahn apela en demasiadas ocasiones al culebrón familiar y en otras copia modelos formales que subrayan la escasa personalidad del conjunto (véase la carrera de la madre en la desasosegante escena inicial, filmada cual título de vinculación dardeniana); y en el otro lado de la balanza, la ambigüedad de sus protagonistas (el film nunca habla de buenos ni de malos, sino de seres atados a unas creencias y circunstancias) garantizan una fructífera sesión paralela de aquello que antes se llamaba 'cinefórum'. Carne de festival, pero también de ciudadanos atentos y de cinéfilos abiertos de miras. Ahora bien: su capacidad de reflexión y de emoción dependerá de la voluntad del espectador por perdonar las imperfecciones técnicas y narrativas del film. En San Sebastián la balanza se decantó a favor de Kahn. ¿Qué interpretaciones u opiniones despertará el film en públicos ajenos a las órbitas festivaleras? La respuesta, cuando algún distribuidor sensato se digne a estrenarla en España.

Para amantes de las películas con dilema moral.
Lo mejor: Las posibilidades de su premisa.
Lo peor: La sensiblería que destila su último tramo.

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