lunes, 25 de abril de 2011

La rana y sus bailarinas: Crítica de TOURNÉE (ON TOUR)

LA VIE GROTESQUE, LA VIE BURLESQUE
El cine y la televisión nos devuelven la imagen de un mundo diferente al nuestro que posiblemente sea mejor. Se trata de evadirse, imaginarse cosas imposibles y volar por unos momentos a una dimensión desconocida. Ese viaje es el que permiten los actores con sus actuaciones. Y Mathieu Amalric, que ahora se pone detrás de las cámaras, es consciente de ello. Por eso se siente tan atraido por unas voluptuosas americanas, bailarinas de streaptease burlesque, y la fascinación que despiertan en el público: sus contorsiones provocativas, sus formas renacentistas, la culminación de lo bello con lo cutre. Encima Amalric se reserva el papel de productor musical, la persona que dirige a esas mujeres por una Francia desconocida. Y con eso, Amalric sigue alimentando su mito: vuelve a interpretar a un ser contradictorio, con un pasado turbulento, frágil, delgado, consumido, de humor melancólico, de un atractivo tan bizarro como sus majas desnudas. Representa, pues, la soledad del artista. Tournée es eso: la crónica de la gira de un espectáculo grotesque, evento de variedades que ha ideado un hombre desencantado con el mundo de la televisión (en otras palabras, que quiere volver a recordar los espectáculos de hace un siglo para afianzar su condición de marginado). La película es en realidad el descenso a los infiernos del Joachim que da vida Amalric: el film empieza en una sala oscura y un público entregado a las rarezas de las artistas, y acaba en un hotel de lujo pero vacío, recordando ese mismo espectáculo cuando los focos ya se han apagado. Poco queda de esos streaptease que obnubilaban a los machos y hacían gracia a las féminas. De la misma manera, la existencia de Joachim queda rota en pedazos cuando el espectador es consciente de que es un amigo pésimo, un padre pésimo y un domador de fieras igual de malo. Amalric nos dice que la vida es igual de burlesca que esos espectáculos: burlesca por lo que tiene de festiva y jocosa, también porque invita a la burla o a la chanza (definición misma del DRAE) cuando alguien decide tomar un camino secundario. Tournée nos devuelve esa imagen deformada y al mismo tiempo muy lúcida de la vida. Si todo es un circo, más vale que disfrutemos el poco tiempo que estamos montados en la atracción. Una reflexión muy madura planteada con una estética muy estudiada. Será que Amalric no es un principiante. Puede que a pesar de todo le vaya grande esa Palma de oro en Cannes al mejor realizador, pero Tournée es muy sólida, tal vez el principio de otras giras en forma de interesantes películas.


Nota: 7'5

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