jueves, 3 de mayo de 2012

Clásico moderno: FUCKING ÅMÅL, de Lukas Moodysson (Suecia, 1998)

No figurará en ninguna lista de las mejores películas europeas de los últimos años, pero tras verla por quinta vez Fucking Åmål es para quien escribe una película más que especial. Es uno de los pocos títulos que retrata el mundo adolescente con todas sus complejidades, respetando y demostrando enorme cariño hacia los personajes. En el retrato que traza Moodysson resulta muy fácil sentirse indentificado: resultan cercanas, y sobre todo veraces, las inquietudes, dudas, preguntas e insatisfacciones de las dos protagonistas. A todo ello se le suma el honor de ser uno de los títulos clave del nuevo queer cinema, y quizás la mejor cinta que trata de forma directa el tema del lesbianismo en edades tempranas. Moodysson filma como nadie todo lo que sucede en el interior de sus personajes jóvenes, desde los niños de Juntos hasta la protagonista de Lilja forever. Fucking Åmål, en lo formal, recuerda el estilo Dogma que allá por 1998 estaba a la orden del día (recordemos: ese año fue la película más taquillera en Suecia, solo superada por Titanic; ganó cuatro premios Guldbagge, los más importantes, entre ellos el de mejor película; y en España llegó a los cines a mediados del 2001, si bien muchos la descubrimos en algún pase televisivo nocturno). En lo narrativo, una película llena de sutileces. Habla de hijos que temen seguir el camino marcado por los padres. El miedo de los progenitores al no saber dar respuesta a los problemas de sus hijos. Es un análisis del papel de la mujer del S.XXI, a medio camino entre la independencia y el conservadurismo: en la comparación entre las dos hermanas Moodysson habla de dos modelos de mujer (la que se siente atraida por el prototipo de 'chico malo', aun a sabiendas de los problemas que eso puede conllevarle en un futuro; y la protagonista, que quiere ocupar un rol activo en sus relaciones y controlar a su novio, un joven dócil e inmaduro). Hay una temática social evidente: los jóvenes del film discuten sus posibles salidas profesionales en un contexto de clases desfavorecidas. La temática homosexual es evidente, y en parte la escena final entre Elin y Agnes es una metáfora de la expresión 'salir del armario', un ejercicio visual que podría resumirse en esta premisa: antes de buscar y encontrar la aceptación de los demás, primero uno mismo tiene que conocerse y aceptarse. Y finalmente el film, con ese título que marca la rabia de sus personajes, es la crónica de una salida deseada y frustrada de Åmål, de ese lugar que nos acucia y agobia.  Por eso con los años resulta fácil seguir empatizando con la cinta. Y ahora, casi a punto de acabar la carrera universitaria, comparto esa inquietud por lo que está a punto de venir, y entiendo la complejidad de toda la trama de descubrimiento sexual, bulling y relaciones paternofiliales. Es un título de culto, una obra maestra del cine sueco (no por casualidad Bergman dijo después de verla que Moodysson estaba destinado a ser su sucesor) y una de esas películas especiales que no cuesta relacionar con etapas muy concretas de nuestra vida. Será interesante ver cómo evoluciona mi relación con la película dentro de unos años. El adolescente que todos llevamos dentro seguirá ahí. Si todavía no han forjado su particular conexión con Fucking Åmål, tómense ochenta y cinco minutos para verla. Una película muy pequeña, aparentemente espontánea y menor, pero que es mucho más.


Nota: 8'5

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1 comentario:

Charly Hell dijo...

Por fin otra que he visto de las que pones!!! Y esta además, me gustó mucho, sip.

Saludos.