miércoles, 1 de abril de 2015

CRÍTICA | FREEWAY (SIN SALIDA), de Matthew Bright


Una rubia nada legal
FREEWAY (SIN SALIDA), de Matthew Bright
Premio a la mejor actriz en el Festival de Sitges 1997
EE. UU., 1996. Dirección y guión: Matthew Bright Fotografía: John Tomas Música: Danny Elfman Reparto: Reese Witherspoon, Kiefer Sutherland, Brooke Shields, Dan Hedaya, Amanda Plummer, Wolfgang Bodison, Michael T. Weiss, Bokeem Moodbine, Tara Subkoff Género: Thriller Duración: 100 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 20/08/1999
¿De qué va?: Vanessa es una adolescente conflictiva. Su madre es prostituta, su padrastro es un adicto a las drogas, y ella parece destinada a una vida igual de inestable. Después del arresto de su madre, una prostituta, y su padrastro, un adicto a las drogas, la chica decide visitar a su abuela. Por el camino, se encontrará con un psicólogo infantil, autor del asesinato de distintas chicas en las carreteras del país. Pero esta vez Caperucita se comerá al Lobo: Vanessa descubre el lado oscuro de su nuevo acompañante y decirse pasar a la acción.


Kiefer Sutherland, un habitual del thriller de los 90, y Reese Witherspoon, a mediados de esa década uno de los rostros más prometedores del cine norteamericano, protagonizan un thriller malsano que ofrece una relectura sui generis del cuento de Caperucita Roja. Una película delirante que forma parte de la renovación del thriller estadounidense que impuso Tarantino: palabrotas a granel, tendencia a los diálogos desaforados, mano ancha a la hora de exponer escenas especialmente macabras, absoluta identificación con personajes en el fondo detestables y un sentido descacharrante de la acción, entendiendo que 'cuanto más pringoso y retorcido, mejor'. Freeway es un ejercicio de serie B que en su momento debió resultar un divertimento pasada de rosca (se estrenó tarde y mal), y que revisándola o descubriéndola ahora se impone como una curiosidad bastante entretenida. Sorprende, sobre todo, comprobar cómo Witherspoon, antes de tomarle el pulso a la comedia de baja estofa y de convertirse en una de las oscarizadas más infames de la historia reciente, era una 'lolita' con mucha fuerza, erótica y macabra a partes iguales (dos estrenos del mismo año, Election y Crueles intenciones, la convirtieron en una irresistible-insoportable mujer fatal). Un despelotado espectáculo para habituales del Festival de Sitges. Cuando piensas que a los guionistas no se les puede ir más la cabeza, la película se supera a sí misma. Hay que tener una sensibilidad especial para disfrutarla (absténganse de verla con novias, madres, suegras y abuelas), pero a quien escribe algunas escenas, de puro delirio, le resultaron la mar de graciosas (véase esa relectura del 'abuelita, qué dientes más grandes tienes'). ¡Queremos que regrese la Witherspoon irreverente de hace 20 años!


Para amantes de los cuentos de hadas en clave gamberra.
Lo mejor: No tomársela demasiado en serio. Y Witherspoon, evidentemente.
Lo peor: Que no aproveche más el personaje de Amanda Plummer.

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