lunes, 30 de abril de 2012

Crítica de LOS CHICOS DE SAN PETRI (DRENGENE FRA SANKT PETRI), de Søren Kragh-Jacobsen

Kragh-Jacobsen firmó a mediados de los 90 las bases de lo que sería el Dogma 95. En 1997 estrenó La isla de Bird Street, un drama en plena Segunda Guerra Mundial que recibió una cálida acogida crítica en Berlín. Pero no fue hasta 1999 cuando lanzó su primer título Dogma, el tercero con la acreditación Dogma correspondiente: Mifune, también vista y premiada en el festival alemán. Con esto, nadie reparó en una coincidencia que merecía mención: en 1991 tanto Kragh-Jacobsen como Von Trier, nombres visibles del Dogma, habían rodado una película ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Europa ganó en Sitges, y la fama de su autor hizo que en la década posterior se reivindicase no solo ese film sino los otros dos pertenecientes a su trilogía relativa al continente europeo: El elemento del crimen y Epidemic, muy especialmente esta última al no haberse estrenado en su día en España. Lo sucedido con Kragh-Jacobsen no podía ser más diferente, ya que sus películas posteriores no se han conocido más allá de Dinamarca y alrededores. Por todo esto cabía esperar de esta Los chicos de San Petri, inspirada en un  verdadero grupo estudiantil de la resistencia contra Hitler, un film heredero, como mínimo inaugural, de todas las historias posteriores de su autor. Vista ahora, Los chicos de San Petri no podría resultar más decepcionante, y sorprende que Kragh-Jacobsen se aliase con Von Trier para defender el decálogo Dogma. Europa, aunque puede gustar más o menos, cuenta con un estilo innegable y se distancia a propósito (y para quien escribe, con éxito) de las formas academicistas: ya va siendo hora que alguien diga que antes de La lista de Schindler Von Trier ya hizo una obra maestra sobre la gran guerra en blanco y negro. Los chicos de San Petri, en cambio, quiere imitar el melodrama con adolescentes de por medio, una premisa que ahora rodaría con éxito el francés Christophe Barratier. Y precisamente si pensamos en otro francés, Louis Malle y su Adiós, muchachos, las pocas virtudes de Los chicos de San Petri resultan del todo insuficientes. Sin adentrarme en consideraciones históricas, la película propone una extraña imagen de la Dinamarca ocupada: no acaba de quedar claro la presencia nazi en el país vecino a Alemania, como tampoco se explica el posicionamiento de la sociedad danesa con respecto el avance de las tropas de Hitler. El film tampoco sabe dotar de emoción a las trastadas de los chicos: de hecho, los protagonistas quieren volar un tren sin que al espectador se le informe con anterioridad de sus intenciones. Y ni tan siquiera sus jóvenes actores sirven para salvar la propuesta, si bien para el cinéfilo nórdico de pro resultará toda una curiosidad ver a un pequeñísimo Nikolaj Lie Kaas, pieza clave del actual cine danés, en su primer trabajo para el cine. Los chicos de San Petri nunca se estrenó entre nosotros, y aunque se editó en dvd allá por 2006 actualmente figura como descatalogada. En contra de lo que parecía, Kragh-Jacobsen hizo un prototipo de película que el mismísimo Von Trier confesaba odiar a finales de los 80 e inicios de los 90. Nunca sabremos qué hizo unir los caminos de dos autores tan diferentes. Una lástima, en resumen, que esta Los chicos de San Petri sea tan convencional en todos los sentidos. Solo recomendada a los que quieran tener una perspectiva completa del cine danés más representativo, que no por ello bueno, de los últimos veinticinco años.



Nota: 5

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