sábado, 5 de mayo de 2012

¿Pornografía o poesía? Crítica de A HOLE IN MY HEART (Ett Hål i mitt hjärta)

A HOLE IN MY HEART (Ett Hål i mitt hjärta), de Lukas Moodysson (Suecia, 2004)
Con motivo de Hombre en el baño (Homme au bain) hablábamos de la posibilidad de un cine de autor que, de forma encubierta, fuese cine pornográfico vestido de lagarterana. Nacho Vidal, reputado actor y director de películas pornográficas, aseguró sentir añoranza por esas cintas de contenido sexual más juguetonas, con una historia que contar entre cópula y cópula. Incluso ese tipo de cine se ha adaptado a los nuevos tiempos, y parece que los consumidores de ese 'género' quieren ir directamente a la penetración, olvidando los 'preliminares' cinematográficos. Si el cine pornográfico ha abandonado lo poco que tenía de 'cine' para convertirse en una mera sucesión de juegos sexuales, autores aparentemente muy alejados de las producciones pornográficas se han sentido atraidos por la sexualidad descarnada, el cuerpo a cuerpo sin artificios, a pelo, en vivo y en directo, en primer plano. El cine de Honoré siempre ha jugado con la sexualidad, en dúo y en trío, y es casi una evolución lógica que haya acabado dirigiendo un film experimental tan desnudo y tan banal como Hombre en el baño: en ella reivindica su condición de poeta homosexual y eterno voyeur morboso. Lo mismo sucede con el cine de Moodysson y esta A hole in my heart.


Por sus errores los conoceréis: no hay nada mejor que ver a un director de cine en sus extremos, en su versión más radical, para saber cuáles son sus constantes, qué fundamenta su estilo, cuáles son sus inquietudes como narrador. De ser esta idea cierta, nada aportaría más, ninguna película resultaría más esclarecedora que Antichrist para entender lo que subyace en toda la filmografía de Von Trier; o Balada triste de trompeta para la obra del español Álex de la Iglesia. En A hole in my heart hay cierta crítica a la industria del sexo, algo que ya estaba en Lilja 4-Ever. También esa especie de narración loca, con personajes que dudan de su identidad (también en lo relativo a su condición sexual) y que hablan  sin pelos en la lengua, ya presente en Juntos. A hole in my heart apenas añade una especie de parodia de Gran Hermano, una estética de reality show perfecta para sus personajes rarunos. Moodysson filma a sus seres y les sigue en su tortuoso rodaje de lo que parece una cinta de porno casero. Los personajes hablan y sufren, viven de espaldas a la realidad y tienen escenas de locura colectiva que entroncan con Los idiotas. El problema es que todo es un disparate. Es una versión aumentada, pero también deformada, del cine de Moodysson, dejando el artificio de Lilja 4-Ever y Juntos al descubierto, sin ninguna historia que salve A hole in my heart del ridículo más absoluto. En resumidas cuentas, en A hole in my heart habita la esencia de Moodysson, pero eso nunca es suficiente. Lo raro a veces simplemente resulta raro. 


Pese a todo lo dicho, la Academia de Cine Europeo nominó A hole in my heart al EFA a la mejor película europea del 2004, el mismo año que una actriz porno (Sibel Kekilli) estaba nominada por su aportación a Contra la pared. Seguramente los académicos debieron sentirse culpables por no haber votado a Moodysson en películas anteriores. Esta es la prueba definitiva de que el cine de Moodysson es complejísimo e interesante, y que sobrevivirá al traspié que supone A hole in my heart. La militancia por parte de la crítica especializada por un autor es tal que a veces se defiende lo indefendible. Por eso no hay que descartar que A hole in my heart les resulte más poética que guarra (siempre se puede recurrir a eso de 'belleza sucia' o 'verismo lírico'). Para quien escribe, una soberana tontería: sus delirios de grandeza siempre estarán a merced de que alguien compruebe el vacío o demuestre las metáforas que alimentan una de las películas más raras de la década.

Nota: 4
Si te gusta esta crítica, vótala en Filmaffinity

1 comentario:

S. dijo...

Yo a veces pienso que de manera estricta no debería ser tan difícil manejar una cierta pornografía dentro de una historia genuinamente estructurada, pero en la gran mayoría de las ocasiones parece que debe ser muy difícil porque a los autores termina por no salirles del todo bien la jugada.
Soy una gran fanática de la pornografía japonesa de los años 60 y posteriores porque, en parte debido a que no podía ser completamente explícita, se esforzaba por contar una historia donde no sólo las imágenes remitieran a la sexualidad sino toda su estructura, además muy bien planteada en su totalidad.

De este director tengo pendiente la de "Lilja 4-ever" pero ésta creo que en definitiva no me la apuntaré.

Saludos.