viernes, 24 de octubre de 2014

CRÍTICA | LA SAL DE LA TIERRA, de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado


El mundo según Salgado
LA SAL DE LA TIERRA (THE SALT OF THE EARTH),
de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado
Festival de Cannes 2014: Premio Especial del Jurado de la sección Un Certain Regard
Festival de San Sebastián 2014: Premio del público, sección Perlas de otros festivales
Francia, 2014. Dirección y guion: Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado Fotografía: Hugo Barbier y Juliano Ribeiro Salgado Música: Laurent Petitgand Reparto: Sebastião Salgado Género: Documental Duración: 100 min. Tráiler: Link Estreno en España: 31/10/2014
¿De qué va?: El fotógrafo Sebastião Salgado lleva 40 años fotografiando las gentes de los cinco continentes del planeta. En esta obra, Wenders, con la ayuda del hijo de Salgado, traza un retrato de la vida y la obra de Salgado: los episodios más importantes de su biografía, las reflexiones vitales tras cada viaje y las fotografías que dieron fama y prestigio al artista de origen brasileño. Juliano acompaña a su padre en sus últimas travesías, coincidiendo con el periodo de desencanto de Salgado. Un homenaje a un hombre, a la naturaleza y a la sal de la tierra: los seres humanos.


Win Wenders es uno de los pocos directores que durante toda su trayectoria se ha mantenido fiel al cine documental. La filmografía de Wenders, como resultado, responde a su personalidad itinerante y ecléctica, se alimenta de obras y talentos de segundos, y se erige en un constante transvase de influencias y texturas. Dentro de esa constante, Wenders ha configurado sus últimos trabajos a modo de homenajes a dos personalidades muy diferentes, tanto en fondo como en forma, pero ambas reivindicables por su no siempre valorada contribución artística: hablamos de Pina y La sal de la tierra. El primero utilizaba el formato cinematográfico para reformular las coreografías de la bailarina Pina Bausch, elevándolas a nuevas dimensiones expresivas y convirtiendo el baile en una experiencia a medio camino entre la analogía del movimiento corporal y la modernidad de la imagen 3D. El segundo, exhibido en Cannes y San Sebastián, opta por una estrategia totalmente distinta: las fotografías de Sebastião Salgado se suceden sin ninguna alteración, como lo harían en una presentación en power point, mientras el propio Sebastião explica el cómo, el quién y el dónde de cada instantánea. 

A priori podría parecer que el Wenders de La sal de la tierra sigue un sistema tradicional de biopic, pero el director alemán sabe ir más allá de fórmulas establecidas. Gracias a eso, el film es una doble exploración a la figura de Salgado, una demostración de que la vida del artista y su obra son dos todos indisolubles, y que la vida que tiene la obra cuenta a su vez con la suficiente fuerza como para cambiar la existencia tanto del que crea como del que contempla la creación. La sal de la tierra se nutre del arte y de la naturaleza, y consigue que el espectador, a diferencia de otros documentales, tenga un papel activo y pueda sentir en sus carnes las reflexiones y las sensaciones del sabio Salgado. Tal vez al film no le beneficia su inevitable tendencia al exhibicionismo (bien pensado, Salgado sale demasiado bien parado en la película: puede apuntarse un leve interés propagandístico para reforzar la producción fotográfica de Salgado), pero es una de las obras más singulares del año, una de esas películas que nos hermanan con nuestra esencia y con nuestro planeta. Cine, en definitiva, de una potencia increíble, bello e inspirador, que vuelve a situar a Wenders en la vanguardia del mejor cine europeo. Imprescindible.


Para seguir explorando el Hombre y la Tierra.
Lo mejor: Contiene palabras e imágenes bellísimas.
Lo peor: Algunos alegarán, y tal vez con un poco de razón, que estamos ante una oportunista defensa de la obra de Salgado y ante una moraleja final propia de un libro de autoayuda.

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