martes, 8 de noviembre de 2016

CRÍTICA | DESPUÉS DE LA TORMENTA, de Hirokazu Kore-eda

 
Radiografía familiar
DESPUÉS DE LA TORMENTA, de Hirokazu Kore-eda
Festival de Cannes: Un Certain Regard. Festival de San Sebastián: Perlas de otros festivales
Japón, 2016. Dirección y guión: Hirokazu Kore-eda Música: Hanaregumi Fotografía: Yutaka Yamazaki Reparto: Hiroshi Abe, Lily Franky, Isao Hashizume, Sôsuke Ikematsu, Kirin Kiki, Satomi Kobayashi, Yôko Maki, Taiyô Yoshizawa Género: Drama Duración: 115 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 11/11/2016
¿De qué va?: Ryota acaba de divorciarse de Kyoko y debe pagar la pensión alimentaria de su hijo Shingo. Aunque su sueño es escribir, trabaja como detective privado. Las desilusiones cesarán cuando, durante una reunión familiar, una tormenta reúna a Ryota, su ex esposa y su hijo en el piso de la abuela.



Ya sea desde el punto de vista de padres (Still Walking, De tal padre, tal hijo) o hijos (Nadie sabe, Kiseki, Nuestra hermana pequeña), Hirokazu Kore-eda continúa su exploración de la familia, sus miembros, sus lazos y los retos que la institución debe afrontar ante los cambios sociales que ha sufrido el Japón de los últimos años. Puestos a seguir con esa doble división de la filmografía de Kore-eda, puede decirse que esta Después de la tormenta es una película "de padres", sobre todo de un patriarca que, ante la disolución de los suyos, sólo puede recurrir al peso de las generaciones con más experiencia (su madre) para encontrar una solución a todos sus problemas. El film toma para sí el camino errático de su protagonista: en su primer tramo, la narración da pasos imprecisos mientras vemos la lucha del personaje por ganarse el afecto de su hijo y de su ex esposa, intentos baldíos que subrayan su humanidad y sobre todo su torpeza, convirtiéndose incluso en un vehículo que el director utiliza para trazar una comedia cotidiana (no por casualidad, el personaje trabaja como detective privado, ocupándose de casos personales muy parecidos al suyo). Por suerte, en su segundo tramo el film encuentra en una reunión familiar la catarsis definitiva con los diálogos certeros a los que Kore-eda, sabio donde los haya, nos tiene acostumbrados. La tormenta del título, metáfora que une a los personajes, tiene los efectos de un tifón emocional, de puro cine. De ahí que, tras la tempestad, la película se despida corroborando la calma, así como la incertidumbre de un futuro que aún está por decidir. También la certeza de que Kore-eda, en su discurso naturalista y cotidiano, todavía no ha agotado sus acercamientos a la familia y alrededores. Un film que habla sobre la felicidad y que a su vez consigue que la platea, tras el último fundido a negro, se sienta un poco más feliz que cuando entró en la sala. Una joya. 


Para reconciliarse con uno mismo y con los suyos.
Lo mejor: El encuentro de padre e hijo dentro del tobogán del parque. Kirin Kiki es un portento.
Lo peor: Que se acuse a Kore-eda de hacer siempre la misma película.


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