sábado, 8 de octubre de 2016

SITGES | CRÓNICA - DÍA 2


DÍA 2: De sirenas polacas, karaokes surcoreanos, niños zombis, adolescentes salidos y brujas retro

Sitges es uno de los pocos festivales en los que la sección oficial a concurso abarca casi 40 películas. La muerte por sobredosis, en definitiva, es más que plausible y casi se contempla como un "accidente laboral". Los jurados sitgenses, a la contra de lo que ocurre en el resto de certámenes, son una especie de vampiros que visionan unas siete cintas al día, imaginamos que con litros de café en sangre y pequeños descansos para comer y hacer valoración de los visionados. Entre las anécdotas que se repiten más a menudo en Sitges destacan aquellas que explican qué miembro del jurado se durmió durante qué proyección (la leyenda urbana más extendida, confirmada además por los ojos de quien escribe, fue la larga siesta que se marcó Carlos Areces el año pasado durante el pase de Macbeth). Decimos todo esto para que os déis cuenta de que es imposible ver todos los films que concurren a premio. Milagros, a Lourdes: a Sitges sólo se le pueden pedir locuras. Pero como Cinoscar & Rarities no quiere irse de la ciudad barcelonesa sin haber visto la gran ganadora, nuestro planning de sesiones hace varios saltos mortales con pértiga y lo que haga falta para apretar mucho y abarcar lo máximo posible. Hemos visto bastante cine (todo, de momento, extravagante a niveles superlativos), pero en esta segunda crónica priorizamos los films que aspiran a galardón. Anotadlas por si le jurado, en caso de llegar vivo al sábado que viene, las destaca en el palmarés.

The Lure, de Agnieszka Smoczynska (Polonia). Sección oficial a concurso.

THE LURE, de Agnieszka Smoczynska. Hay veces en las que el bloguero de turno debe confesar que una película es inenarrable. El diccionario no tiene los adjetivos suficientes para describir The Lure, una cinta que ha despertado risas, silbidos y espantadas en su pase sitgense. Apelando a su sinopsis oficial, la película cuenta las andanzas de dos sirenas que, aprovechando su reconversión humana, empiezan a trabajar en un pub musical como coristas. Smoczynska va saltando sin ton ni son de la comedia al terror, del musical al drama, y así hasta firmar hora y media de cine bizarrísimo. Como quien escribe se quedó perplejo, no sabría si recomendar o poner en cuarentena esta enésima demostración de que el cine polaco sigue su camino ascendente con títulos de naturaleza muy diversa, pero todos a su manera tocados por cierto desencanto existencial (el año pasado se proyectó Demon de Marcin Wrona, mucho más redonda que la presente The Lure). Sí puedo deciros que la historia llamó mi atención durante la primera media hora para luego aburrirme soberanamente (si el aire acondicionado de la sala Tramuntana no hubiese registrado grados propios del Polo Norte, habría hecho una cabezada de órdago). Para bien o para, se trata de una película que "o ves en Sitges o no la ves". Quedáis avisados.

Karaoke Crazies, de Kim Sang-Chan (Corea del sur). Sección oficial a concurso.

KARAOKE CRAZIES, de Kim Sang-Chan. Dicen que en Corea del sur el karaoke tiene estatus de deporte nacional. Karaoke Crazies, una de las cintas más pasadas de rosca del festival, es una lectura en clave esperpéntica de esa moda. Distintos personajes se concentran en un antro de mala muerte. El jefe se pasa las noches viendo porno y su nueva ayudante quiere reflotar el negocio practicando sexo oral a los clientes. La pareja se amplía a cuarteto cuando entran por la puerta del karaoke un sordomudo vagabundo y una joven pizpureta que quiere ganar dinero a toda costa. El director juega con los caracteres del grupo y convierte la película en una comedia desaforada con referencias sexuales y chistes subidos de tono que gustarán al público "friki". Por suerte, a la sucesión de tonterías se añaden las intrahistorias de todos los implicados, detalle que humaniza la historia y la hace más cercana, a pesar de las diferencias culturales y del casi incomprensible sentido del humor coreano. Una de las cintas más rescatables de todo lo visto hasta ahora en Sitges.


Melanie. The Girl With All The Gifts, de Colm McCarthy (Reino Unido). Sección oficial a concurso.

MELANIE. THE GIRL WITH ALL THE GIFTS, de Colm McCarthy. El sello A Contracorriente distribuirá muy pronto en España esta notable exploración de las pandemias zombis, con un reparto formado por Gemma Arterton, Glenn Close, Paddy Considine y la rumana Anamaria Marinca. Lejos de agotarse la fórmula de los "muertos vivientes", la gran aportación del film reside en unos niños que se sitúan a medio caminos entre los "humanos" y los "transformados", y cuyos poderes especiales son motivo de investigación en una nave que parece una cárcel de menores. La película se centra en Melanie, una niña con una rapidez mental asombrosa que guiará a un grupo reducido de supervivientes. Aunque McCarthy alcanza la cima en su primer tramo, más claustrofóbico y siniestro, su segunda parte tiene los zombis más feroces que se hayan visto nunca en el cine desde el Amanecer de los muertos de Zack Snyder. McCarthy da vueltas a su premisa hasta llegar a la extenuación, pero vuelve a ganarse nuestra confianza con un final redondo, tan crítico como divertido, que bien podría abrir la vía de una segunda parte. En conjunto, una obra más que destacable.


Safe Neighborhood, de Chris Peckover (Australia). Sección oficial a concurso.

SAFE NEIGHBORHOOD, de Chris Peckover. La adolescencia es muy mala y el cine se ha encargado de recordárnoslo en infinidad de ocasiones. Pero hay otra edad más terrible todavía: aquella en la que uno siente las primeras pulsiones sexuales pero se es demasiado niño como para exteriorizarlas. Ese es el gran complejo que tiene el protagonista de Safe Neighborhood. Y como no sabe cómo decirle a su niñera que está colado hasta los huesos por ella, al pimpollo no se le ocurre otra que atemorizar a la joven en una noche que, aun siendo navideña, destila puro Halloween. Lo dicho es el punto de partida del film de Chris Peckover, pero durante sus 80 minutos se acumulan muchos giros narrativos, chistes realmente efectivos y un tramo final para enmarcar. A la postre, Safe Neighborhood es un slasher de vocación lúdica, si bien también reflexiona sobre la violencia entre los más jóvenes, los caracteres ocultos, las hipocresías cotidianas y las miserias que se esconden en las casas de los barrios bienestantes. Tiene un punto macabro que recuerda, aunque sea levemente, a la ganadora del curso pasado: The Invitation. Desde ya, una de las preferencias de este blog para el cuadro de ganadores. De las pocas películas que puedo asegurar que veré por segunda vez y con mucho gusto en casa (o, a poder ser, en el cine). ¿Y si se convertiriera en el nuevo clásico del horror navideño, justo lo que no consiguió Krampus? No lo descartamos.


The Love Witch, de Anna Biller (EE. UU.). Sección oficial a concurso.


THE LOVE WITCH, de Anna Biller. Uno de los placeres que ofrece Sitges es poder hablar con periodistas acreditados que son enciclopedias vivientes del cine de terror. Este bloguero no domina el género, pero The Love Witch, incluso sin recurrir a compañeros de sesión, remite claramente al sustrato de la Hammer y al espíritu Grindhouse (la película toma para sí tics retros y simula el crepitar del celuloide, los cambios de bobina, las imágenes oscurecidas de antaño y los trucos visuales de la serie B). El plano estético es lo más destacable del film de Anna Biller, una rara avis que cuenta las andanzas de una bruja que quiere encontrar a su media naranja a toda costa (en otras palabras: haciendo todos los conjuros, brebajes y hechizos posibles). Un film nada habitual que, más allá de su homenaje al primer Technicolor y de la interpretación protagonista de la modelo Elle Evans, resulta poco destacable. Eso sí: la hemos visto a las 8:15h. de la mañana, detalle que también influye. Una curiosa puesta al día del subgénero de la brujería, uno de los menos explotados en la vasta nómina del cine fantástico. Y, para colmo... ¡feminista!

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