miércoles, 16 de octubre de 2013

SITGES 2013 | CRÓNICA 5 | HOOKED UP, THE CONGRESS, OPEN GRAVE, COMPUTER CHESS y WILLOW CREEK


El cine ha vuelto a ser el gran protagonista en Sitges, pero en la actividad habitual del festival se ha colado un intruso, cual película de terror: los retrasos de algunas sesiones por problemas técnicos. The Congress y Open Grave las hemos visto con dos cortes cada una, y en el caso de esta última no hemos podido ver los cinco minutos finales. Lo que en otro contexto sería una anécdota, en Sitges para muchos es una hecatombe: muchos hemos tenido que cambiar el planning de visionados del día, por lo que las carreras entre el Prado, el Retiro y el Auditorio han sido más numerosas que de costumbre.

Hooked Up, de Pablo Larcuen. Sección oficial a concurso.

Los retrasos han sido el gran tema de conversación de la jornada, pero también ha generado comentarios Hooked Up, presentada ayer por su director, el novel Pablo Larcuen, y sus cuatro actores. La película ha llegado a Sitges con la banda de 'primera película rodada íntegramente en Iphone', pero viendo el resultado estamos ante un film menos amateur y más sólido a nivel técnico de lo que podría parecer (los 14.000 euros de presupuesto han sido rentabilizados al máximo). El film sigue la estela de Rec y otros films-experiencia del género, aunque en este caso, al no poder superar la sorpresa que supuso la cinta de Balagueró, la cinta se defiende con más giros de guion, más sangre y más locuras de las necesarias. Si Rec atacaba ni que fuese indirectamente a la llamada telebasura, Hooked Up hace lo propio con el turismo sexual: dos norteamericanos viajan a la Ciudad Condal para 'pillar cacho', pero la fiesta termina en una resaca de hemoglobina, miembros amputados y carreras claustrofóbicas. La comparación con Rec es más que recurrente: de nuevo, la casa del terror esconde un terrible secreto que tiene relación con una de las inquilinas ocultas... y hasta aquí podemos leer. Una película fresca, rodada desde el cariño y la fidelidad al género, capaz de hacer saltar al espectador de la butaca en más de un par de escenas. Eso sí: no rompe esquemas, más bien sigue un modelo de terror ya marcado, adaptándolo a la máxima austeridad económica. Una película realmente estimable.

Open Grave, de Gonzalo López-Gallego. Sección oficial a concurso.

El cine español, o por lo menos los cineastas españoles, han seguido despuntando hoy en Sitges. Tras Larcuen, hemos visto lo nuevo de Gonzalo López-Gallego (El rey de la colina): Open Grave, producción norteamericana que da una vigorizante vuelta de tuerca al cine de infectados. La narrativa del film es más seriéfila que cinéfila: sus giros, las sorpresas de guion y la descripción de personajes quieren imitar en fondo y forma a productos como Perdidos o The Walking Dead, obviamente sin lograr la efectividad de éstos. Con todo, Open Grave tiene la virtud de saber insertar pequeños cambios que captan la atención de la audiencia, hasta atraparla de lleno en su misterio. Ese misterio no lo hemos podido resolver, pero a falta por saber cómo termina la película ya avecinamos que es una propuesta más que decente que destaca en una sección oficial bastante alicaída. Lástima que algunas interpretaciones de sus jóvenes actores a veces saboteen a mano armada los intereses del film.

The Congress, de Ari Folman. Sección oficial a concurso.

Españoles aparte, el titular del día lo ha puesto The Congress, la paranoia del director de Vals con Bashir que ha sumado todo tipo de reacciones a su paso por Cannes y San Sebastián. La película arranca como un ejercicio de cine dentro del cine: Robin Wright (sin el Penn) se interpreta a sí misma y da vida a una actriz que plantea ceder todos sus derechos de imagen para que el estudio de turno pueda hacer todo tipo de largometrajes con su físico como avatar. Las reflexiones sobre los funcionamientos del cine, los cambios de la industria y el nuevo rol adoptado por el actor en la revolución tecnológica van de la mano de un drama personal (una madre preocupada por la creciente ceguera de su hijo), y en este sentido la película pierde enteros. El naufragio, descalabro y estupor absoluto se produce cuando el film decide remar a contracorriente y se convierte en una propuesta de dibujos animados con El jardín de las delicias como desquiciado salvapantallas. Con tanto giro, el mensaje se diluye, la reflexión se plantea obvia, y la experiencia que proponen las infinitas texturas de sus imágenes cae en saco roto. Una película fallida que tendrá un considerable grupo de fans.

Computer Chess, de Andrew Bujalski. Sección Noves Visions Ficció.

Finalmente, mencionamos los dos visionados de tarde en el Prado: Computer Chess y Willow Creek. Computer Chess es un bombón retro que se ríe de la esfera nerd: en blanco y negro, cuenta el minuto a minuto de un torneo de ajedrez entre ordenadores y jugadores de carne y hueso en un hotel deprimente y con unos personajes cuanto menos peculiares. El film es inclasificable y altamente disfrutable: una de esas propuestas que sólo puedes ver en la rica amalgama que propone un certamen como Sitges. Por su parte, Willow Creek ha sido el enésimo intento de 'found footage' o falso documental mediante imágenes supuestamente encontradas (y en Sitges 2013 ya van unas cuantas...). Willow Creek termina siendo especial por el humor de su dúo protagonista, una pareja que se ríe de los intereses y las supersticiones de una comunidad de la Norteamérica profunda que cree que en sus bosques habita una terrible bestia que se asemeja a un mono gigante. El primer tramo sigue al pie de la letra el sentido del humor de su director: en persona, el cineasta Bobcat Goldthwait ha preguntado a la intérprete por qué la silueta del festival con King Kong no tenía pene y por qué en las playas de Sitges se podían ver tantos penes (para que os hagáis una idea del perfil de película que tenemos entre manos). El segundo tramo es un thriller con sustos que depura al máximo la premisa minimalista de 'todas las seguidoras de la Bruja de Blair': destaca especialmente un largo plano fijo con los protagonistas escuchando desde su tienda de campaña los ruidos del bosque. El final da lo que promete, y aunque la película es un snack de mediatarde tiene el enemigo en casa, en esa estructura y presentación de 'la criatura' repetida hasta la saciedad.

Willow Creek, de Bobcat Goldthwait. Sección Noves Visions No Ficció.

Y si hoy miércoles ha sido un día movido, mejor que cojamos aire para mañana. El jueves será el día de Jodorowsky y de Jarmusch entre otros. ¿Revolucionarán estos dos pesos pesados los pronósticos del palmarés? En unas horas os lo contamos.

Y terminamos con tres peticiones al festival (ya son cinco crónicas a nuestras espaldas, y se nota). 1. ¿Podría bajarse el atronador volumen de los altavoces del Auditorio? Ayer con el film belga de Cattet y Forzani muchos se quedaron sordos. 2. ¿Podrían revisarse las frases que nos invitan a cerrar nuestros teléfonos móbiles... con errores sintácticos? Y 3. ¿Podrían sumarse pases de los tres spots de DiscoverSatanism? No nos cansamos de verlos. ¡Saludos!

P.D.: Si alguien consigue ver el final de Open Grave, ¡que nos lo cuente! :)

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