miércoles, 7 de noviembre de 2012

Crítica de DE ÓXIDO Y HUESO (DE ROUILLE ET D'OS, RUST AND BONE), de Jacques Audiard


Esta reseña no contiene spoilers de la película

DE CUERPOS Y ALMAS

El cine de Jacques Audiard conjuga el thriller puro con el romance nada convencional. Sus películas tienen la capacidad de sorprender siguiendo y al mismo tiempo saltándose las normas que dictan los géneros. Ver una película de Audiard significa dejarse arrastrar por unos personajes tan cercanos como imprevisibles cuyos pensamientos y actos siempre quedan intuidos, medio escondidos, velados. Su universo cinematográfico es complejo y vivo porque cuesta imaginar qué sucederá en la siguiente escena y porque al mismo tiempo todas sus obras gozan de una hondura y una solidez envidiables. Un cine personal que no olvida el entretenimiento, que bebe tanto del cine francés más discursivo como del cine negro norteamericano. Hay una parte de violencia, de espectáculo impúdico, y al mismo tiempo de delicadeza y romanticismo en Audiard, facetas que en De latir mi corazón se ha parado y en Lee mis labios daban como resultado dos películas robustas, impactantes. Todo ello le ha permitido ser el gran autor del cine galo reciente, evitando el subrayado, la impostura, la afectación, el efectismo y la (auto)complacencia que recorre un cine francés por lo general bastante 'ombliguista'.Y si con Un profeta, la gran obra maestra de Audiard, estábamos ante el film más apabullante del director, De óxido y hueso puede describirse sin problema como la cinta más pausada del francés, la más relajada, la más introvertida, la más cercana al romance que al cine de acción. Aquí no queda rastro, si acaso meras referencias, a los seres carnívoros y cortantes de Un profeta. Solo hay un único nexo de unión: todos los personajes de Audiard son supervivientes, de sí mismos y con respecto a los demás. 


De óxido y hueso se disfruta por el dominio de la técnica del director, por su capacidad por poner la cámara y proyectar las luces y las sombras de cada plano de la forma más certera, por su habilidad por extraer lo mejor de sus actores trabajando según la escena desde la contención o desde la rabia desatada. Imaginamos que Audiard se sintió atraído por la novela de Craig Davinson precisamente porque en el texto se intuye una parte lírica y otra absolutamente descarnada, elementos que están en pugna y en constante equilibrio en el mundo ficcional de Audiard. De óxido y hueso es una historia bella y a la vez triste. Se articula sobre la colisión de dos mundos, dos personajes con magulladuras, con su mochila, con su pasado. Interrogantes que nunca son desvelados: Audiard respeta la intimidad de sus personajes, pero esa no invasión no se traduce en ningún caso en una mirada complaciente. La película es una grieta y al mismo tiempo el cataplasma que sana la herida. La historia de una cuidadora de orcas que ha perdido sus dos piernas tras un grave accidente y la de un boxeador perdido que pone en juego todas sus extremidades con cada combate. En este juego de dualidades, de objetos frente a sus reflejos distorsionados, también puede dividirse la película en dos partes: la primera es misteriosa, tiene atmósfera, retiene algunas estampas para el recuerdo, deja poso y está recorrida por una melancolía y angustia brillantes; la segunda en cambio cede al tono conclusivo, dibuja un final un tanto forzado y deja al espectador desalentado pero con los asideros suficientes como para causar impacto y provocar la reflexión de la audiencia. 


Seguramente muchos entenderán este cambio de rumbo de Audiard como un acto conservador por conseguir tras Un profeta otro éxito comercial de resonancia internacional, algo que justificaría las irregularidades del segundo tramo de metraje y cierta indulgencia en la descripción de sus personajes, pese a todo hoscos y difusos. La verdad es otra: Audiard apuesta aquí por primera vez por el cuento, por un realismo casi mágico, y en él se sirve tanto de la parte feísta como del vitalismo de todo su cine, además del oficio adquirido con el paso del tiempo. Bien pensado, De éxido y hueso no podía ser más diferente que Un profeta, por lo que este nuevo estreno es más la exploración de nuevos recursos narrativos que un paso atrás en el cine de Audiard. En conjunto puede que no tenga el empaque habitual del cine de su responsable, pero vuelve a ofrecer al espectador una experiencia de largo alcance. De óxido y hueso, título que remite a lo material, se dirige hacia nuestra sensibilidad, la parte intangible. Y como fábula simbólica y al mismo tiempo desnuda de retórica se sitúa muchos peldaños por encima de las películas falsamente románticas, por edulcoradas y prefabricadas, que pueblan constantemente la cartelera. También tiene mucha más alma que la mayoría de obras que copan la atención y los palmarés de los principales festivales. Datos que hablan por sí solos, que reafirman a Audiard como uno de los grandes autores de la actualidad y que consolidan De óxido y hueso como una obra estimulante incluso en sus partes más discutibles.


Para los que busquen historias de amor al límite y nada convencionales
Lo mejor: Como las mejores películas, es un todo personal y complejo.
Lo peor: Ciertas decisiones finales de guion, pese a todo perdonables.

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Nota: 7'5

1 comentario:

Giancarlo Verástegui dijo...

Sin lugar a dudas una de las mejores películas del año, inexplicable que se haya ido de vacío a Cannes.
Marion Cotillard conquista, Matthias Schoenaerts sorprende y Audiard confirma ser uno de los mejores realizadores en circulación.

Un abbraccio e tanti saluti Xavier!!